La "infernal" etapa reina de la Vuelta en territorio andorrano se convirtió en un paraíso azul para el Astana con una exhibición que condujo a un doblete: la etapa para el español Mikel Landa y el maillot rojo para el italiano Fabio Aru, mientras que el británico Chris Froome perdió todas las opciones.

Un doble golpe, y contundente, no exento de dosis de rebeldía. Landa se tomó la libertad personal para meterse en la escapada del día y llegó con fuerzas para rematar su tercer gran triunfo del año, ajeno al interés de su jefe de filas, que llegaba por detrás lanzado por el jersey rojo.

Y Aru, segundo en el Giro delante de Landa, se ganó por derecho propio la consideración de nuevo favorito número uno. Fue el más fuerte entre los grandes, el más ambicioso, y el más listo. Vio su momento a 7,8 de meta, donde avistó caras se sufrimiento en sus rivales, y su ataque estalló como una auténtica bomba.

El ciclista sardo acabó de inmediato con la resistencia de Valverde y Nairo Quintana, hundido a 2 y 3 minutos en meta, y zarandeó a Purito, quien escoltado por Dani Moreno no pudo cumplir el sueño de llegar a casa de rojo por medio minuto. Dumoulin vendió cara la derrota, pero también fue víctima del nuevo jefe de la Vuelta.

Froome fue un caso aparte. El británico pasó un calvario en la etapa diseñada por Purito. Se cayó en el kilómetro 3, se llevó un buen golpe en las rodillas y se descolgó en La Collada de la Gallina para siempre. Pero no se retiró, llegó a meta, sudando sangre, a más de 7 minutos. Adiós a la Vuelta. "La caída me dejó bastante tocado, pero traté de aguantar todo lo que pudiera para mantenerme vivo. Me vacié para llegar hasta el final y tuve la suerte de que mis compañeros cuidaron de mi", señaló Froome, con heridas en las piernas y brazos por la caída. "Ahora siento mucho dolor y voy a ir a que me hagan un chequeo. Luego veré qué hago a partir de ese momento", señaló.

No defraudó la etapa más esperada de la 70 edición. La diseñó Purito, tachado de "loco". El trayecto de la undécima jornada entre Andorra la Vella y Cortals D'Encamp era corto, 138 kilómetros, pero agresivo, con cuatro puertos de primera y uno de categoría especial, la Collada de la Gallina.

Prueba para sobrevivir. Y sucedió lo que tenía que suceder, que más de uno iba a dejarse gran parte de sus ilusiones. Eliminado Froome, quien encalló en el ascenso a La Gallina, nadie quiere tirar la toalla ante las etapas que se avecinan en Asturias y Cantabria, y sobre todo, ante la contrarreloj de Burgos.

Mal día para Movistar, que no encontró la cobertura deseada entre tanta montaña andorrana. Nairo acusó un resfriado del que no se tenía noticias en la jornada de descanso, y Valverde se resiste a tirar la toalla.

"Hemos perdido un tiempo importante. No estamos al nivel del Tour, pero seguimos vivos", dijo el murciano. Quintana, en cambio, revela: "Tuve anoche mucha fiebre y me descompensó. Somos seres humanos y pasan estas cosas. Lo pasé mal y pensé en retirare en dos ocasiones, pero tiré de clase, no podía dejar a mi equipo. Al menos llegué y sigo en la Vuelta".

Purito, el "culpable del martirio", admitió que la presencia de su compañero Dani Moreno le salvó de un buen descalabro. "A 6 de meta no podía más. He perdido respecto a Aru, pero he ganado sobre otros".

Aru,la joya del ciclismo italiano, defenderá la "maglia" roja en la jornada de transición que saldrá de Andorra camino de Lleida. Después de la tempestad, llegará la teórica calma, aunque nunca se sabe. Puede haber líder para rato. El ciclista de Cerdeña ya conoce dos podios en el Giro y fue quinto en la Vuelta de 2014, cuando además ganó las etapas de Monte Caastrove y San Miguel de Aralar.

También se llevó dos etapas en el Giro de este año, y solo le faltó asaltar el trono de Contador. Si Aru es la esperanza del ciclismo italiano, tal vez se pueda decir lo mismo de Landa para el español. Por separado será más fácil que lo demuestren. Hoy, jueves, se disputará la duodécima etapa, entre Escaldes, en Andorra, y Lérida, de 173 kilómetros.