Fran González deja el Academia Octavio pero esa es una de sus escasas certezas profesionales a día de hoy. "Le estoy dando muchas vueltas a la cabeza", confiesa el veterano jugador, que en septiembre cumplirá 42 años. Edad que no le cierra puertas. Tiene sobre la mesa varias ofertas para seguir jugando al balonmano, entre ellas una del Construcciones Castro Chapela, el único de los cuatro grandes clubes gallegos en el que todavía no ha militado (ya lo hizo en el Teucro y el Frigoríficos). Se siente con fuerzas. Pero también maneja la posibilidad de retirarse y aceptar una propuesta laboral que implicaría mudarse a un país extranjero. Su familia asiste a sus cavilaciones, que deberá resolver en breve.

Fran González había decidido ya hace tiempo que su segunda etapa en el Academia Octavio se había terminado. Han sido en total siete campañas con la camiseta encarnada; la que más tiempo ha defendido "con diferencia" en una carrera sénior que inició con apenas 17 años, en la orilla del cuarto de siglo. "La pasada temporada fue durísima para mí, a nivel profesional y personal", explica el avilesino afincado en Cangas sobre su marcha del Octavio. El equipo no logró regresar a la Liga Asobal, el objetivo que se habían marcado. Pero le han pesado, sobre todo, los eternos problemas económicos. "Son cosas que me han hecho daño. Me apetecía otra cosa. Pero ha sido muy difícil decir adiós, muy jodido. Yo quiero mucho a ese club".

De hecho, el cambio en la gestión del Academia Octavio provocó que llegase a replantearse su continuidad. Cerillo asume un mayor protagonismo en la dirección del club. Jabato se hace cargo del banquillo. "Son mis amigos", valora. Les pidió algunos días de plazo para reflexionar. Pero al final se ha mantenido firme en su postura, pese a que añade: "Me sabe muy mal decirles que no".

Aunque él no se embarque en el proyecto, confía en que sus responsables tengan éxito en su tarea de limpiar las cuentas y garantizar la viabilidad de la entidad. "Les va a costar. Tienen mucho que arreglar. Pero ya lo están haciendo, poco a poco porque apenas llevan un mes al frente. Hay que darles un voto de confianza". Se le escapa un último suspiro: "Han sido siete años en el Octavio. Claro que me da pena ver su situación. Cerillo y Jabato saben que tendrán mi ayuda en lo que necesiten".

Pero no será la ayuda de su brazo o de su privilegiada cabeza para el balonmano. Eso lo disfrutarán otros o quizás nadie. El Construcciones Castro lo quiere, tanto en División de Honor Plata como en Primera Nacional, la competición en la que probablemente competirán salvo que algún club pierda su plaza en las categorías superiores. A González no le importaría jugar en Primera e igualmente se siente en condiciones para seguir compitiendo en la élite. "Durante la pasada temporada me sentí bien físicamente". Son cuestiones más complejas las que debe poner en la balanza: situaciones personales, el deteriorado estado del balonmano y la posibilidad de emprender una nueva aventura laboral en un campo totalmente distinto y en el extranjero. Supondría clausurar lo que ha sido su vida hasta este instante. De ahí que resulte natural ese marasmo que define como "cacao mental".