Bermejo recordó ayer la infortunada acción y dijo que llegó a plantearse continuar si fuese necesario para el equipo. "Cuando voy a apoyarme en el cambio de pie, el defensa me desequilibra un poquito y no consigo flexionar la rodilla con el gesto habitual. Entonces, hago una híper extensión con la pierna, cargando el peso, y es en ese momento cuando noto un crujido en la rodilla. Cuando me levanté y se me pasó el primer dolor podía correr más o menos bien y con ritmo. Lo que sí notaba era que al girar me molestaba, a pesar de no tener inestabilidad. En principio, mi idea fue seguir en el campo pero era absurdo porque no era lo mejor para el equipo".

Admite el cántabro que se derrumbó al llegar al vestuario. Era su primera gran lesión, aparte de algunos problemas musculares o una clavícula rota el año pasado que le obligó a pasar por el quirófano y permanecer cinco semanas de baja.

Desde que cayó lesionado, ha recibido muchas muestras de apoyo, como el Atlético de Madrid "o gente que no conoces de nada. Es una inyección de ánimo para afrontar alguno de los momentos difíciles", añade.