Un guión esperado pero no por eso menos celebrado. España cumplió las expectativas de la afición gallega con una exhibición de poder ante Arabia Saudí y colmó los deseos de una afición gallega que abarrotó el estadio de Pasarón en el que era el último de los amistosos antes de empezar con la clasificación para Brasil. Con cinco goles y sin pasar apuros, la selección apuntala así su autoestima de cara a encuentros en los que probablemente atravesará por mayores dificultades.

Desde el principio se las prometía felices anoche. Todo aún evadiéndose de la realidad, sin pensar en que frente a su condición de campeona de Europa y el Mundo se iba a encontrar con una selección que ni siquiera está entre las 100 primeras. Pero el juego que se podía ver en Pasarón nada más arrancar el encuentro ya hacía pronosticar 90 minutos de un paseo de rosas.

Vicente del Bosque recurrió a un once con Torres como referencia en ataque y Busquets como pivote defensivo. Un 4-1-4-1 que empezó con calma y manteniendo constantemente el balón sin que pasase del campo. Mientras, los hombres de Frank Rijkaard se limitaban a encontrar su sitio. Escondiendo la ansiedad que para cualquier equipo debe de suponer competir ante un rival en plena racha histórica, los saudíes se conformaban con trata de contener a su adversario.

El primer cuarto de hora fue un monólogo, sin gracia, de los hombres de Del Bosque. Pero fue necesario que Arabia diese un susto muy cerca de la portería defendida por Valdés para que el partido empezase a adquirir otro ritmo y más espectáculo. Aljassam quiso sorprender a propios y extraños adelantando a los suyos. Ahí estuvo Piqué para sacar de tacón y desde el área pequeña un balón que pudo haber hecho daño al orgullo de la Roja

Después de esa acción España empezó a mostrarse como una auténtica apisonadora. En el minuto 22 llegó el primero de los goles, de Cazorla, que aprovechó el rechazo del potente disparo que Pedro había lanzado desde la media luna. De ese modo empezaba la cuenta goleadora de España en su primer compromiso como anfitriona desde la final de Kiev. Pero poco hubo que esperar para el segundo gol.

Pedro quiso más y en una jugada individual se plantó solo delante de Waleed (pese al resultado el mejor de los visitantes) para picar el balón y llevar el 2-0 a un marcador que empezaba a hacer justicia a la gran desigualdad que se veía sobre el césped de Pasarón. Esa ventaja, lejos de apaciguar a un equipo arropado por gradas a rebosar, dio alas y más contundencia. Los acercamientos al área empezaban a sucederse uno tras otro. Sobre todo en los diez últimos minutos del primer tiempo.

Para España no era suficiente una renta de dos goles y ya después de la reanudación contentó su ambición. Xavi, que fue recibido con ovación en su entrada al campo, anotó el 3-0 con un saque de falta que se coló hasta la red por toda la escuadra en el minuto 46.

Más ídolos

Del Bosque quiso dar más razones para que el encuentro fuese especial y siguió con los cambios para que pudiesen pisar el césped otros de los responsables de los recientes éxitos. Además del barcelonés, también disputó todo el segundo tiempo Sergio Ramos en sustitución de Piqué. Pero lo más esperado era la reaparición de Villa. El delantero, también con una calurosa bienvenida por parte de la afición, fue el encargado de firmar el 4-0 con un penalti después de que Mansour hiciese una zancadilla a Monreal. Arabia era incapaz ya de frenar a España y, de hecho, en toda la segunda parte estuvo siempre alejada de la portería.

Estaba claro que la cita hacía tiempo que había pasado de ser un amistoso a una demostración de superioridad. España siguió regalando motivos de alegría a un público que le empujaba con la Rianxeira. Iniesta, Silva e Iker Casillas completaron los cambios en el equipo español mientras todo indicaba a que la "manita" también se iba a ver reflejado en el electrónico que se estrenaba para la ocasión.

Sin trabajo para la defensa ni tampoco para el cancerbero madridista, el ataque de la Roja asumía todo el protagonismo. Pedro, el mejor del encuentro, fue el encargado de dar la última de las dianas. Lo logró de nuevo con una jugada en solitario y batiendo a Waleed por alto. Un gol con el que España se despedía de Galicia hasta su próxima cita en Vigo, en 2013, y con el que puso la guinda a una de las mayores goleadas de su historia reciente.