El Celta se ha convertido en una broma macabra, en una pesadilla. Hace semanas que el grupo dirigido por Paco Herrera se ha extraviado y, lejos de atisbar la salida a este enredo que amenaza con sepultar de la peor de las maneras una temporada ilusionante, la situación no deja de empeorar. El equipo se ha caído en un pozo al que no encuentra el fondo. Su comportamiento en Balaídos, donde ha conseguido un punto en los últimos seis encuentros, llegó ayer al ridículo al perder 0-4 contra un Girona al que simplemente le bastó con soplar para derrumbar a un equipo cogido con alfileres. Porque no fue mérito de los catalanes la goleada; fue el propio Celta el que abdicó del partido, el que se quitó del medio y el que dio por asumida la derrota desde el pitido inicial. El Celta es ahora mismo un muerto incapaz de competir con un mínimo de tensión y eso es lo mismo que firmar un certificado de defunción.

Cuesta trabajo describir el comportamiento defensivo de los vigueses. Fue un escalofriante muestrario de incompetencia, indolencia y flojedad por parte de una línea que está pidiendo a gritos una profunda renovación. Bastó una simple jugada para anunciar la debacle. Fue en el primer balón al área del Girona, un pelotazo ciego que no debería ofrecer mayores problemas. Desaparecieron de golpe los defensas y Serra se encontró con un balón completamente solo. Remató al palo, pero dio igual. Mientras los defensas sesteaban Despotovic recogió el rechace, controló con calma, meditó un segundo y ajustó el disparo junto al palo derecho mientras a su alrededor solo escuchaba el zumbido de las moscas.

Recuperar sensaciones

De golpe al Celta se le complicaba el partido en el que "debía recuperar sensaciones" que es el propósito que los jugadores habían señalado para estas semanas que conducen al mes de junio. Pues las peores sensaciones aparecieron de golpe entre los murmullos de una grada que empieza a ver con recelo a su equipo. Herrera había recuperado para el partido a Trashorras y había situado a Michu en el medio en vez de López Garai. Dio igual. El Celta volvió a ser el equipo plano, previsible, aburrido e impreciso de las últimas semanas. Aunque Mallo ayudó de forma considerable en la banda derecha, el equipo no tuvo profundidad, imaginación ni velocidad. Demasiada gente robándose el espacio en el medio (Michu, Trashorras, Alex López...), escaso orden y el evidente problema que supone tratar de presionar al rival con un equipo en el que juegan David, Trashorras, De Lucas y Michu. Demasiadas facilidades para el Girona que se sintió tan cómodo como los últimos visitantes de Balaídos a los que solo les falta salir al campo con un granizado en la mano.

De todos modos, en sus mejores instantes, el Celta tuvo dos ocasiones para empatar aunque ninguna llegó como producto de la brillantez del juego. Una surgió tras una gran acción individual de De Lucas, que malogró David con un flojo remate, y otra en un regalo de los defensas al propio David, quien en una situación inmejorable disparó de forma algo burda al bulto. Fue desaprovechar esas oportunidades y el Celta se inmoló. Fue suficiente con que el Girona enviase otro balón hacia el área. Catalá se lo tragó de manera absurda y Luso ajustó un remate que se coló mansamente en la portería viguesa. A partir de ese momento la descomposición ya fue absoluta y volvió a poner de manifiesto que este equipo, ahora mismo, es incapaz de superar el mínimo obstáculo que se encuentra en el camino. La pérdida de confianza del equipo es evidente en esa defensa de mantequilla que luce ahora mismo. Cumplida la media hora Vila se fue a buscar un balón por alto, lo perdió y detrás de él solo estaban Despotovic y Yoel. El delantero ganó con tranquilidad el mano a mano para conseguir el tercer tanto mientras Balaídos perdía la paciencia.

El segundo tiempo tampoco trajo mejores noticias pese a los tempraneros cambios de Trashorras y Michu por Aspas y Joan Tomás. Despotovic aprovechó una contra para marcar el cuarto después de que Chechu pusiera en evidencia a Murillo y dio la sensación de que los catalanes se conformaron y optaron por no hacer más sangre ante un rival sepultado en su propia incapacidad. Los de Herrera dejaron un par de ocasiones, hubo gente que mostró cierta decencia como De Lucas o Alex, pero el conjunto transmite una imagen pavorosa. Y la frontera del play off ha bajado a siete puntos.