Sólo le faltó un título. Lo tuvo en sus manos en la final de la Copa del Rey de 2001 en Sevilla. Con ello, el Celta hubiese coronado un año inolvidable porque antes obtuvo el reconocimiento internacional a sus años de esplendoroso fútbol que practicó gracias a la aportación de jugadores como Mostovoi, Mazinho, Karpin, Gustavo López, Revivo...

Pero poco antes de la desilusión de La Cartuja, el fútbol le concedió un título honorífico universal al conjunto céltico, al distinguirlo como mejor equipo del mundo del mes de febrero, desbancando del pedestal al Barcelona. En ese pulso, el Celta le ganó la partida a dos clubes ingleses: Arsenal y Liverpool. La Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol eligió al cuadro vigués por sus buenos resultados en un mes de febrero vertiginoso, en el que tuvo que hacer frente a tres competiciones: Liga, Copa y UEFA.

En menos de cuatro semanas, el grupo que entrenaba Víctor Fernández obtuvo la clasificación para los cuartos de final de la segunda competición europea, tras vencer a los alemanes del Stuttgart, alcanzó las semifinales en el torneo del KO, ante el Mallorca, y se mantuvo firme en la parte alta de la tabla de Primera División.

Tras los éxitos de ese mes inolvidable, el Celta se las tuvo que ver con el Barcelona, al que superó en la Copa del Rey, pero ante el que sucumbió en el torneo continental, que acabaría ganando el Liverpool en una épica final ante el Alavés.

Entre los protagonistas de aquella gesta del Celta estaba Gustavo López, ahora retirado y comentarista de televisión: "Cómo no me voy a acordar de aquello. Todos son lindos recuerdos. Considerar a un equipo como el mejor del mundo es espectacular, hay que sentirse orgulloso de ello. Siempre digo que el fútbol en esa época le debía un título al Celta, ya que era lo único que le faltaba porque hizo un fútbol brillante y espectacular durante ocho o diez años. No se pudo coronar con un título, que sería lo ideal. Pero, bueno, también siempre es importante que valoren lo que hizo el Celta en esa época", apuntaba ayer el argentino.

"Fueron muchos momentos hermosos. Hubo más momentos lindos que tristes y me siento un afortunado de haber vestido esa camiseta. Valoro mucho todo lo que he vivido en ese club", admitió uno de los principales autores de aquella gesta.

Yago Yao Alonso, ahora en el Coruxo, tampoco olvida el mes de febrero de 2001: "Teníamos una plantilla con muy buenos jugadores y realizábamos un buen fútbol. Fue una etapa dorada del Celta. Es bonito que te reconozcan de esa manera".

Con jugadores como Cáceres y Berizzo, Yago tenía pocas opciones de jugar en el centro de la zaga, por lo que Víctor Fernández le buscaba acomodo en las bandas, por donde se movían Velasco y Juanfran.

"Era complicado entrar en el equipo y ante el Stuttgart jugué de lateral izquierdo. Pero lo importante era poder competir, formar parte del grupo y ayudar a mis compañeros. Fue un momento muy bonito, para disfrutar, en el que el Celta estaba de moda". Y tanto. Tenía el mundo a sus pies. Y de ello ha pasado una década.