El Coruxo recibió ayer una nueva lección sobre la adaptación de un novato a la Segunda División B. Si el primer capítulo del curso fue que hay que mantener la concentración durante todo el tiempo de juego y no meterse en el partido a los veinte minutos de juego, el de ayer, segundo capítulo, versó sobre las características que hay que imprimirle al juego para puntuar, y que no son otras que la velocidad y la intensidad.

Los vigueses comenzaron el partido muy metidos, con ganas de agradar a los aficionados que se dieron cita en O Vao. El Getafe B se limitó,en esos primeros minutos de juego a controlar el centro del campo y no dejando que los locales se acercaran con peligro al área.

El Coruxo intentaba controlar el balón, pero con una marcha corta, lo que le permitía al conjunto madrileño replegarse con facilidad y cortar el juego ofensivo de los vigueses. Zurbano se desesperaba al no llegarle balones en buenas condiciones, mientras que en el centro del campo esa falta de velocidad en el movimiento del balón permitía que el Getafe B cortara las acciones con relativa comodidad.

Esa intesidad en el juego del conjunto madrileño coincidió con los primeros problemas defensivos del Coruxo, que mediado el periodo encajaba el primer tanto tras un perfecto disparo de Bedoya.

El Coruxo se fue arriba pero con el mismo repertorio que había utilizado hasta ese momento, lo que le permitió al Getafe B hacer una buena contra para sentenciar el encuentro cuando todavía quedaba la segunda mitad por disputarse.

Poco cambiaron las cosas tras el descanso. Josiño adelantó a Jacobo Campos dejando en el lateral a Aitor, y sustituyó a Marco por Víctor Besada para intentar reforzar el juego ofensivo vigués. El problema es que el marcador comenzó a pesar y los jugadores del Coruxo bajaron los brazos facilitando la labor del rival.