Suiza acaba de conquistar de forma brillante el Mundial sub 17. Una hazaña que ha sorprendido a todos. Y se ha conseguido a la manera helvética, tan particular en su mezcla de sangres, idiomas y culturas. Cantones italianos, alemanes, franceses... Y ahora también de otros muchos países. Trece de los veintiún integrantes del combinado son hijos de emigrantes. Una palabra ligada consustancialmente a Galicia, que tiene entre los campeones a su propio representante, Ricardo Rodríguez.

José Rodríguez, que emprendió la búsqueda de una vida mejor hace 20 años, tiene sus raíces en Crecente, concretamente en la parroquia de O Freixo. Allí aún habitan miembros del amplio clan familiar. Otros se han mudado a Vigo. Todos han disfrutado del triunfo del hijo de José, al que conocen de sus visitas veraniegas.

Fue precisamente el padre quien le inculcó el amor al fútbol al mediano de sus tres hijos (Roberto, de 19, y Francisco, de 15, son los otros). Una pasión que se tiñe de azulgrana al elegir sus ídolos, quizás porque en su juego pretende mezclar la casta de Pujol y la clase de Iniesta. "Son mis dos referentes y me gustaría parecerme a ellos", ha confesado y de momento se ha revelado como un defensa de gran proyección ofensiva. Aunque Ricardo también sale futbolero de parte de madre, que es chilena. En el país andino festejan igualmente el triunfo como suyo y ensalzan su actuación, decorada con tres goles a lo largo del torneo. Y si acaso, lamentan que Rodríguez nunca vaya a defender la elástica araucana. Aunque nació en Zúrich, consiguió la nacionalidad suiza hace escasos meses. Tiene los dos pasaportes. Tuvo antes el chileno, de hecho y según asegura la prensa deportiva de Chile, pero debería esperar diez años para defender esa camiseta.

Y no parece que el chico vaya a tener que esperar tanto para instalarse en el escenario internacional. En el Zúrich ha estado incluso convocado para medirse al Real Madrid en la Liga de Campeones. José, aunque sueña como su hijo con un futuro en la liga española, le recomienda paciencia. Sabe que Suiza deposita sus esperanzas en su particular generación de oro. Los clubes observan con atención a este grupo, que ha acabado con los habituales dominadores de las categorías inferiores y que dejó desolados a los hinchas nigerianos en la final gracias al tanto de Seferovic. La selección suiza sub 17 llama sobre todo la atención como perfecto ejemplo del mestizaje que propicia el fútbol.

Son varios los países representados en esta Suiza a través de hijos de emigrantes: Bosnia, Túñez, Croacia, Serbia, Ghana, Italia, Congo, Albania, Portugal y Kosovo. El fútbol de todos ellos se siente en cierto modo partícipe de este triunfo. Y también Galicia gracias a Ricardo Rodríguez, de piel morena y melena negra, quizás por chileno o por gallego de interior. Cuando gritó su gol en el heroico duelo con Alemania, o en la semifinal con Colombia, lo hizo con esa mezcla de acentos que demuestra que el planeta es redondo... como un balón. En Crecente, este verano, cuando llegue el chico de vacaciones, habrá fiesta.