Los jugadores del Gestibérica vuelven a estar oficialmente en huelga. Como habían anunciado, el paréntesis en su postura se abrió y cerró con el encuentro ante el Caja Rioja. La plantilla no se entrenará mientras no cobre al menos dos de las cuatro mensualidades que se les adeuda. La clave a corto plazo es qué sucederá si la situación se prolonga cuando llegue el último encuentro de la fase regular y el posterior play off; a medio plazo, lo que corre riesgo es la continuidad del club. La directiva intensifica las gestiones en su búsqueda de dinero, pero cunde el desánimo.

El club recibió ayer la carta en la que se les informa de la huelga de la plantilla, que es en realidad una reanudación de la planteada hace tres días. Quizás se bordeen los plazos legales. En todo caso, la directiva entiende perfectamente la postura de sus jugadores. No hay conflicto ni enemistad. Es una cuestión que se limita al incumplimiento por incapacidad de los compromisos económicos. Las consecuencias pueden ser de varios niveles.

La temporada se ha terminado para el Gestibérica en lo mental y lo anímico. Entre las lesiones y las angustias, se descarta cualquier aspiración de ascenso. Pero oficialmente queda un encuentro de liga y como mínimo el play off de cuartos de final al mejor de cinco. Los jugadores, por responsabilidad, decidieron jugar el jueves en As Travesas. Pero a día de hoy no están dispuestos a viajar a Barcelona para cerrar la temporada regular o a jugar los cuartos. La inasistencia a un partido se castiga con pérdida de puntos; a dos, con la exclusión de la competición.

El Gestibérica, por tanto, puede perder la plaza en la LEB Plata, y el valor en que se cuantifica, si la huelga persiste. La directiva entiende que en último caso los jugadores se presentarían a los encuentros para evitarlo porque conviene a todos. Aunque los impagos dificultan su subsistencia rutinaria, la plantilla tiene asegurado el cobro a final de campaña mediante la ejecución del aval depositado en la Federación Española.

Los directivos no quieren llegar a ese extremo, que afectará al patrimonio de muchos de ellos. Se han intensificado los contactos para que las instituciones, significadamente responsables del Concello, cumplan las promesas que en la entidad entienden que se hicieron hace tiempo Pero lo cierto es que las perspectivas son negativas. No existe ningún compromiso sólido con visos de hacerse efectivo a tiempo de evitar la desaparición del Ciudad de Vigo Básquet. El proyecto se quebraría en su tercer año de existencia, con el efecto colateral de quemar el baloncesto masculino de elite en Vigo al menos durante una década.