Triste señal cuando se discute por los despojos de uno mismo. David Rodríguez se dispuso a tirar el penalti que había provocado, Dinei amagó con pedírselo, Ghilas lo reclamó, Trashorras impuso el escalafón oficial para arrebatárselo y se negó a lo que Ghilas y Dinei le comentaron después, que fue tal vez que le devolviese el balón a David. Oubiña ejerció su estrenada capitanía consolando al airado David con una amorosa palmada. Un sainete que hubiera merecido mejor causa que esa pena máxima pitada sobre el final. Querella por ver quién marcaba el responso del funeral. Así se resume el Celta.

Los escasos espectadores que resistían a esas alturas contemplaron atónitos la riña, recriminándose quizá no haberse ido antes, como el compañero de asiento. Mientras los seres humanos iban abandonando el estadio llegaban las gaviotas. Olieron el desperdicio en la distancia. Ayer saborearon probablemente los restos de la candidatura al ascenso. En los últimos tiempos se han acostumbrado a los bocados amargos.

El Celta tiene un problema para coordinar lo que desea con lo que alcanza. Y eso que Oubiña se vistió el brazalete que le correspondía, contra lo que Pepe Murcia durante mucho tiempo mantuvo en su cabeza. El técnico también piensa que el "objetivo", que es el eufemismo de moda, se decidirá en las diez últimas jornadas, que es otra forma de aplazar la asunción del problema.

Porque el_Celta empieza a distanciarse de la realidad, como un adolescente que se refugia en internet de las fealdades de la vida o como ese Gaspar Llamazares que lograba en "second life" los votos que en las elecciones auténticas le eran esquivos. A eso se dirige el club celeste, a habitar en un mundo paralelo, en sus sueños cibernéticos, con sensaciones que le parecerán reales pero no serán más que impulsos electromagnéticos o ilusiones generadas por ordenador.

En esa existencia irreal, si el resultado no agrada no es necesario marcar, sino que se modifica directamente el marcador. De tal forma que el 0-1, con Rosas a punto de convertir el penalti del 0-2, se transforma en un más esperanzador 1-1. Porque nadie tiene derecho a conceder prioridad a lo que sucede en el césped sobre lo que sucede dentro de la pantalla. E incluso podemos evadirnos, buscar la alegría en viajes astrales, a otro tiempo y otro espacio. "Barcelona, 5-Deportivo, 0", llegó a poner el luminoso, tenebroso en Balaídos.

Este Celta, o sea, es como el androide nexus de "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?", la novela de Philip K. Dick en la que Ridley_Scott basó su "Blade Runner". Parecen vivos, ellos mismos creen estarlo, pero lo suyo no es más que un delirio artificial. ¿Ha visto Pepe Murcia cosas que no creeríamos? ¿Atacar naves en llamas más allá de Orión? ¿Ha visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser? ¿Se perderán en el tiempo todos esos momentos, como lágrimas en la lluvia? Y lo que es más importante: ¿Sueña el Celta con goles eléctricos?