Vicente Soriano, que ayer fue nombrado presidente del Valencia, regresa al club del que fue vicepresidente hasta junio del pasado año.

Juan Soler, máximo accionista del club, anunció que había llegado a un acuerdo con Soriano para cederle sus acciones y el poder político que conllevan. Así, Soriano llega al poder de la mano del que fue su anterior "enemigo".

Soriano controla ahora las 70.000 acciones de Soler, más las 20.000 que él posee y otras 10.000 de accionistas que le apoyan, por lo que tiene en sus manos 100.000 títulos, lo que supone el 52 por ciento.

Aunque parezca incongruente, el empresario valenciano, segundo máximo accionista del Valencia, vuelve al club de la mano de Soler, con quien fue vicepresidente en el pasado pero con quien tuvo fuertes divergencias que le llevaron a presentar su dimisión irrevocable en junio de 2007.

Entre otras "perlas", el nuevo hombre en el que Soler ha confiado su patrimonio en el club dijo del constructor que el Valencia era "su Play Station" o que "el club le venía grande", frases que tuvieron su dura respuesta cuando Soler llamó a Soriano, entre otras cosas, "mafioso siciliano".

La vuelta de Soriano además ha sido inesperada, porque hace apenas unos días el futuro del Valencia iba encaminado a que el empresario Juan Villalonga dirigiera el devenir de la entidad valencianista en su camino para superar la crisis económica que atraviesa. Éste cifró la deuda del club en 439 millones de euros.

Estos tres personajes han acaparado las portadas de las informaciones extradeportivas del Valencia y protagonizan una de las situaciones más esperpénticas que se recuerdan.

Desde que en el mes de febrero surgió la posibilidad de que Soler pudiera vender su paquete de acciones, Soriano volvió a las portadas por su asociación con Juan Villalonga para tratar de hacerse con ese 37 por ciento de las acciones.

Tras varias reuniones a tres bandas, el camino se bifurcó y Soriano y Villalonga hicieron la guerra por su cuenta, y habría vencido el ex presidente de Telefónica, a quien Soler había cedido la gestión del Valencia, de no ser por la ampliación de capital que el empresario madrileño quería como solución.

Esa intención logró lo que no había conseguido nadie, unir a los dos máximos accionistas del Valencia, que en apenas unos meses han pasado de enemigos públicos a sellar un acuerdo que debe sacar al Valencia de la crítica situación económica que atraviesa.

La duda está en saber si, otra vez dentro, Soriano destripará ante la afición las cuentas de la entidad.

Tanta incongruencia en el apartado social debe resolverse cuanto antes porque, mientras, el proyecto deportivo del Valencia está totalmente paralizado con las dudas de si alguna de sus estrellas, como David Villa o David Silva, tendrán que salir del club y de si se realizará algún fichaje para esta temporada.