Días antes de que comenzase la Eurocopa, cuando me preguntaban por el enfrentamiento entre Rusia y España, me mostró categórico: el equipo español era el claro favorito para ganar el encuentro como así sucedió. Pero mi opinión se ha modificado de cara al enfrentamiento de hoy. Ahora mismo, el duelo entre ambos equipos se encuentra al cincuenta por ciento. Cualquier elemento o circunstancia puede modificar el desarrollo del partido.

El hecho mismo de encontrarnos en semifinales modifica totalmente el análisis. La perspectiva psicológica de los equipos experimenta un vuelco. No es lo mismo el primer partido de la fase de grupos, con margen de maniobra, que jugarse el pase a la final en noventa minutos. Los equipos también han ido evolucionando a lo largo de la competición y según la tendencia exhibida en cuartos, Rusia ha ido de menos a más y España de más a menos.

Se habla mucho de la condición física de Rusia. Es obvio que sus internacionales se han presentado en la Eurocopa con una menor carga de partidos, apenas doce en la competición nacional. Será un argumento a su favor en los últimos minutos del choque y no tanto en los iniciales, en los que ambos rivales se emplearán con las mismas energías.

Rusia no dispone de jugadores con experiencia en retos de este calibre a nivel de selecciones. Pero tienen a Hiddink en el banquillo, un hombre con el que el país ha vuelto al primer plano internacional. Su papel ha sido importante, aunque con la fortuna necesaria. Conviene no olvidar que Rusia estaba eliminada en la clasificación a falta de un minuto para el final del partido entre Inglaterra y Croacia, con su destino en otras manos.

En realidad, la recuperación del fútbol refleja el regreso de Rusia en general a la escena mundial, tanto a nivel económico como político. Vuelve a ser una potencia. Y eso se aprecia, por ejemplo, en que los máximos talentos futbolísticos como Arshavin ya no tienen que emigrar a edades tempranas. A la generación a la que pertenecemos Mostovoi y yo nos tocó los tiempos difíciles, los de la Perestroika y tantos cambios que llegaron después. Aunque la liga rusa todavía no está al nivel de la inglesa, española, francesa o italiana, ya paga buenos sueldos. Nadie abandona su hogar si cobra bien y se siente valorado.

Arshavin es por supuesto una pieza importante, aunque uno sólo puede brillar dentro de un colectivo que funciona. De lo contrario, pasa desapercibido. Le hubiera sucedido incluso a Mazinho en el Celta. Rusia dispone de otros hombres con mucha calidad del centro del campo hacia arriba, muy capaces de plantar cara y superar a España. La grieta que España intentará aprovechar es la defensa. Es sin duda la zona más problemática del equipo. Y no es tanto cuestión de la calidad de los hombres que componen la retaguardia como de todas las líneas. Porque ante Holanda, por ejemplo, la presión se iniciaba en Pavlychenko. Y si es cierto que sufrieron en las acciones a balón parado, el mérito debe atribuirse a los balonces colgados perfectamente por los lanzadores holandeses.

Un partido intenso, en resumen, y de pronóstico incierto. Cualquier de los dos combinados llevaba tiempo alejado de conquistas tan grandes y uno de ellos podrá celebrar meterse en la final. En realidad, nadie se acordará de cómo se consiga, igual que con el España-Italia. Importan los hechos definitivos.