Editorial Alfaguara

Joël Dicker: Un gatito con disfraz de tigre

‘Un animal salvaje’ (Alfaguara, 2024) es la nueva novela del autor suizo, un thriller en el que las pasiones mueven a sus personajes hasta al abismo del desastre, aunque la red de mentiras y engaños tan propia del autor de ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ no atrapa tanto en esta ocasión

Joël Dicker

Joël Dicker / JOAN CORTADELLAS

José Luis G. Gómez

No hay sorpresa en el éxito comercial de ‘Un animal salvaje’ (Alfaguara, 2024), la novela con la que Joël Dicker ha vuelto a situarse entre los autores más vendidos en nuestro país. Las enrevesadas historias del autor de ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ llevan una década entre las favoritas de los lectores europeos, y este joven autor suizo es uno de los grandes fenómenos editoriales de este comienzo de siglo: así lo acreditan los más de veinte millones de ejemplares vendidos desde que comenzara a publicar en 2012. Y además, esas ventas millonarias han venido acompañadas del aplauso de la crítica, que ha sabido apreciar su esfuerzo por construir sorpresas y engaños. Y todo sigue igual en el mundo de Dicker, salvo que ‘Un animal salvaje’ quizá sea su primer gran resbalón creativo.

Hasta la sinopsis oficial de ‘Un animal salvaje’ ya está plagada de trampas, aunque no esperan que se las revele «El 2 de julio de 2022, dos delincuentes se disponen a robar en una importante joyería de Ginebra. Un incidente que dista mucho de ser un vulgar atraco. Veinte días antes, en una lujosa urbanización a orillas del lago LemánSophie Braun se prepara para celebrar su cuadragésimo cumpleaños. La vida le sonríe: vive con su familia en una mansión rodeada de bosques, pero su idílico mundo está a punto de tambalearse. Su marido anda enredado en sus pequeños secretos. Su vecino, un policía de reputación irreprochable, se ha obsesionado con ella y la espía hasta en los detalles más íntimos. Y un misterioso merodeador le hace un regalo que pone su vida en peligro. Serán necesarios varios viajes al pasado, lejos de Ginebra, para hallar el origen de esta intriga diabólica de la que nadie saldrá indemne». Así que en la coctelera que agita Dicker vuelva a mezclar otra vez deseocrimenvidas que se derrumban y secretos, muchos secretos.

Vayamos ya a por qué ‘Un animal salvaje’ puede ser un resbalón creativo, y hagámoslo sin esos rodeos tan del gusto de Dicker: lo que sucede con esta novela es que todos los trucos ya nos los sabemos y que además están peor ejecutados. De hecho, cualquier lector habitual de Dicker sabe que debe leer sus novelas con la ceja levantada por la sospecha de que le engañarán y con la certidumbre de que le esperan giros inesperados. Aquí hay un obvio intento de todo eso, pero la debilidad de la trama, y el nulo interés de las historias con las que Dicker suele enredarnos para que perdamos la noción del engaño, nos deja la sensación final de un vacío enorme. Los mecanismos de la mentira de Dicker necesitan de mucho ropaje, y aquí están casi desnudos. Y aún hay más, los personajes de ‘Un animal salvaje’ son los menos interesantes, y los más antipáticos, de cuantos ha creado Joël Dicker.

Lo que sí hay en esta novela es mucho oficio. Durante el primer tercio de la novela le basta con eso a Dicker, atrapándonos en su tela de araña gracias a capítulos muy cortos, que acumula con una estructura de cuenta atrás y flashbacks interpolados que amplían el pequeño mundo que crea alrededor de las dos parejas protagonistas –bueno, uno de esos personajes no es más más que una simple herramienta, y los demás tampoco son mucho más que sombras-. Aunque la gran protagonista es Sophie Braun, objeto del deseo de cada hombre con el que se cruza y el animal salvaje del título: por lo que leemos en este libro el verdadero misterio es por qué alguien caería rendido ante un personaje tan plano y convencional. Porque sí, el gran problema de ‘Un animal salvaje’ son los personajes, reducidos a meros fantasmas que repiten comportamientos leídos una y mil veces. Sus sueños son de plástico y sus motivaciones resultan aburridas e incómodas.

Hace algo peor con los personajes: acaba recompensando a uno de los más antipáticos de los que crea para ‘Un animal salvaje’. Eso ya es el colmo del anticlímax. Ese detalle suma como otra evidencia más de que el plan de Dicker hace aguas, de que todo en esta novela acaba siendo resuelto con cierta torpeza impropia del mentiroso delicado y minucioso que siempre ha sido Joël Dicker. Es más, en la resolución de la novela está la mentira más grosera de toda su carrera, y además la más previsible.

Ya sabemos que todo en Dicker es falso, que nada es lo que parece, y ojalá de nuevo eso fuese verdad en esta decepcionante ‘Un animal salvaje’. Pero no. Este libro parece exactamente lo que es: un misterio descafeinado protagonizado por estereotipos que naufragan en un mar de convencionalismos. No es Joël Dicker un maestro a la altura de Pierre Lemaitre, ni lo ha pretendido, pero sus trabajos de orfebrería nos los ofrecía con mucho más trabajo y mimo que en esta ocasión. Lo suyo nunca ha sido la joyería sino la bisutería, algo que no te importaba porque los viajes que proponía eran una divertida montaña rusa. No ha sido así en ‘Un animal salvaje’, apenas un gatito con disfraz de tigre.