Reportaje

Tres libros al día de un mismo 'autor': la Inteligencia Artificial embiste al sector editorial

En su popularísimo servicio de autoedición KDP (Kindle Direct Publishing) Amazon ha limitado el número de libros que puede publicar un mismo autor a tres títulos al día para frenar la avalancha de contenido creada por IA

La necesidad de material literario para entrenar al algoritmo es tal que nada se pone por delante de las grandes tecnológicas que la están desarrollando, ni las demandas en los juzgados ni el dinero

El mundo editorial se encuentra en un punto crucial de su evolución ante el avance de la IA.

El mundo editorial se encuentra en un punto crucial de su evolución ante el avance de la IA. / EPC

Leticia Blanco

¿Quién puede parar el tsunami de contenido de la Inteligencia Artificial? El mundo del libro, uno de los que más violentamente ha sufrido la embestida de la IA desde la aparición hace un año y medio de ChatGPT, trata de ponerle coto con medidas como la anunciada por Amazon, que en su popularísimo servicio de autoedición KDP (Kindle Direct Publishing) ha limitado el número de libros que se pueden publicar por un mismo autor a tres títulos… ¡al día!

“Es una reacción lógica al número de usuarios que están autopublicando libros escritos automáticamente, sin edición con ánimo de lucro, sobre temas de actualidad”, explica Jorge Carrión. “Durante más de viente años Amazon ha creado en el campo ideal para esos excesos. Pero son monstruosos hasta para Amazon, ese monstruo”, opina el autor de la novela ‘Membrana’ (Galaxia Gutenberg), que alerta sobre un nuevo fenómeno: el de los resúmenes de libros ajenos hechos con IA y por lo tanto, “en el límite de la legalidad”. Y es hace tiempo que en la tienda de libros de Amazon proliferan autores con docenas de títulos autopublicados. Perfiles como el de Juan Manuel Nuño, autor de títulos como ‘Chistes de abogados’, ‘¿Qué pasa después de la muerte?’, ‘Recetas para la gastritis’, ‘Cuentos para niños’, ‘Arquitectura cuántica’, ‘Cómo usar Twitter’, ‘Leyendas de Jalisco’ y un largo (y sospechoso) etcétera. 

La semana pasada durante un congreso sobre IA y literatura celebrado en Madrid organizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, el sector del libro reconocía preocupación por el “sesgo ético” del algoritmo y la “dependencia excesiva” de la IA para la selección y recomendación de libros, que puede acabar promoviendo “la homogeneización”. La directora de Innovación del grupo Editis y presidenta de la Comisión Digital del Syndicat National de l’Edition en Francia, Virginie Clayssen, reconoció sin fisuras que "el mundo editorial se encuentra en un punto crucial de su evolución". Y es que uno de los principales desafíos radica en la propiedad intelectual: no solo en la protección de las obras de los autores, sino en “el riesgo de que la IA, al producir contenido de manera autónoma, pueda plagiar obras existentes”, algo que casi todo el mundo asume (de manera más o menos explícita) que está ocurriendo en masa. 

George R. R. Martin.

George R. R. Martin. / JOAN CORTADELLAS

“Robo a escala sistemática”

La guerra por los derechos de autor entre escritores y la IA, que se prevé larga, tuvo una de sus primeras batallas el pasado septiembre, cuando unos 9.000 escritores norteamericanos se unieron para presentar una demanda colectiva a OpenAI por “robo a escala sistemática”. Los escritores, agrupados en el sindicato Author’s Guild, encabezado por figuras tan relevantes como John Grisham y George R. R. Martin, reclamaron entonces que sus obras literarias no puedan ser usadas para entrenar a motores como ChatGPT sin su permiso y pidieron una reclamación por daños y prejuicios de hasta 150.000 dólares por título. Lo más inquietante es que, según el sindicato, ya se están intentando generar de forma artificial secuelas y precuelas de títulos tan célebres como ‘Canción de hielo y fuego’, la saga en la que está basada ‘Juego de tronos’, de George R. Martin. 

Simon & Schuster y Meta

La necesidad de material literario para entrenar al algoritmo alcanza tal voracidad que nada se pone por delante de las grandes tecnológicas que la están desarrollando, ni las demandas en los juzgados ni el dinero. Según ha revelado recientemente 'The New York Times', ejecutivos de Meta mantuvieron reuniones con el grupo editorial Simon & Schuster en marzo y abril del año pasado con la intención de adquirir su catálogo entero para entrenar a su IA. En las negociaciones se habló de comprar todo el grupo, una de las ‘Big Fives’ del mundo editorial que este 2024 cumple un siglo de vida, con un oceánico catálogo en el que se encuentran desde F. Scott Fitzgerald a Stephen King, Walter Isaacson, John Irving o Ernest Hemingway. En las negociaciones también se habló de la posibilidad de pagar 10 dólares por cada nuevo título publicado. Según la información, filtrada por un trabajador de Meta, el vicepresidente de la compañía liderada por Mark Zuckerberg, Ahmad Al-Dahle, reconoció que ya habían usado todos los libros en inglés que existen en internet para entrenar a la IA y que estaban buscando “nuevo material”. 

Del ‘glitch’ a la aberración

Se habla mucho de proteger los derechos de autor pero, ¿qué ocurre con aquellas obras libres de derechos como ‘El Quijote’ o Stefan Zweig, que el año pasado quedó liberado al dominio público? “Entramos en un mundo nuevo y desconocido en el cual todos los textos con uso legal, porque tienen los derechos de autor abiertos y liberados, entran en una nueva dimensión, en una nueva escala”, apunta Carrión. 

“Amazon ha favorecido este nuevo ecosistema con su lógica extractiva y sin mediación, sin edición. La autopublicación, tal como la ha proyectado Amazon, está en la base de este sistema. Asistimos a la desaparición en parte del panorama cultural de la figura del editor. Se van a publicar muchas ediciones del ‘Quijote’ o de ‘Guerra y Paz’ que no habrán sido revisadas, editadas, ni corregidas”, pronostica el autor de ‘Los campos electromagnéticos’ (Caja Negra). “Pensemos en libros en los cuales se ha copiado y pegado directamente de archivos de bibliotecas públicas, por ejemplo, textos, en los que aparecen erratas, y eso se publica”, apunta. “Habrá quien, para evitar el tener que copiar y pegar, le dirá a la IA que le escriba el Quijote, que le reproduzca el Quijote, y eso será posible. Habrá desde variantes borgianas a lo Pierre Ménard, súper interesantes desde el punto de vista del glitch, del error y del concepto, y auténticas aberraciones”, concluye.

El factor humano

Para Pablo Sanguinetti, profesor asociado en la School of Humanities de la IE University y autor de ‘Tecnohumanismo’(La Huerta), el límite de Amazon (el de no superar los tres libros al día publicados por un mismo autor) es “absurdo”. “Imagina lo que se estaba produciendo para que pongan ese límite”, apunta. “Es claramente insuficiente, pero estamos asistiendo al nacimiento de una tecnología nueva y eso nos obligará a tomar decisiones interesantísimas. Creo que la IA nos hará mirar de una forma distinta nuestra creatividad, el valor que tiene un libro y todo el trabajo que hay detrás de él, porque es algo que puede tardar años en escribirse o toda una vida”, reflexiona. “Hasta ChatGPT 3 conocimos el corpus del entrenamiento, sabíamos que se habían utilizado las bibliotecas digitalizadas de Google. El problema es que a partir de ahí Open AI dejó de informar, y ahí es cuando surgen los problemas”, explica Sanguinetti, que trabajó para Google.

¿Nos encaminamos hacia un futuro en el que se le pueda pedir a la IA una novela a la carta? ¿Una mezcla de, por ejemplo, ‘Ana Karenina’ y ‘Rebelión en la granja’ ambientada en el Nueva York de Andy Warhol? “El tiempo dirá, veremos si la gente se lanza a leer novelas personalizadas o si será un rotundo fracaso, tal vez lo más probable. Hasta ahora todo lo que leíamos estaba escrito por un ser humano. A partir de ahora no, y ese detalle al que quizá no le prestábamos tanta atención pasará a un primer plano en nuestras teorías estéticas”, pronostica este experto en IA, que ve la llegada de la creación artificial como un nuevo capítulo en la historia del arte

“Hasta que se inventó la fotografía, la pintura era importantísima. Cuando llegó una máquina que capturaba la realidad perfectamente, la pintura realista se convirtió en un género más lateral, pero fue entonces cuando surgió el impresionismo y más tarde la pintura abstracta. Ambos revolucionaron la Historia del Arte. Necesitamos crear, somos creativos y no creo que a partir de ahora nos conformemos con ceder toda nuestra creatividad a una máquina”, concluye. 

Suscríbete para seguir leyendo