La Fiscalía solicita 6 años de cárcel por los ruidos de una cementera de Vilar de Infesta

Dos responsables de la empresa, acusados por los graves perjuicios y molestias causadas a vecinos

La Policía Local, durante una intervención en la cementera de Vilar de Infesta.

La Policía Local, durante una intervención en la cementera de Vilar de Infesta. / FdeV

R. V.

La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, con sede en Vigo, celebra la próxima semana el juicio contra el administrador único y contra la apoderada de una empresa cementera, JCA Hormigones S.A., por los “graves perjuicios y molestias” que la fábrica de Vilar de Infesta causó a vecinos que residían en una casa contigua a la planta por las emisiones de ruido excesivo y vibraciones que procedían de estas instalaciones. El juicio está señalado para el miércoles 21 de febrero.

La Fiscalía solicita penas que suman 6 años de prisión por la presunta autoría de un delito contra el medio ambiente en su modalidad de contaminación acústica y de cuatro delitos de lesiones, uno por cada uno de los vecinos afectados por estos ruidos. También pide multa y que indemnicen a los cuatro perjudicados –en uno de los casos a sus herederos–, que, relata el Ministerio Público, sufrieron “graves perturbaciones del reposo y descanso” y disminución del rendimiento laboral e intelectual que desembocaron en todos ellos en trastornos ansiosos depresivos que dejaron como secuelas otros trastornos neuróticos. La cuantía que se demanda en concepto de responsabilidad civil para cada uno de ellos asciende a 22.000 euros.

La acusación pública relata en su escrito que estos ruidos los padecieron desde 2005 y al menos hasta 2011. E indica que la empresa cementera desoyó las órdenes de paralización de actividad dictadas por el Concello de Redondela, incumpliendo además sentencias judiciales. Cita que pese a que el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) decretó la paralización de la fábrica tanto en horario diurno como nocturno, “la mercantil siguió desarrollando su actividad y emitiendo vibraciones y ruidos excesivos” tanto de día como de noche “hasta al menos 2011 pese a los reiterados precintos de las instalaciones”. Las mediciones de ruido realizadas en dicha época evidenciaron que se superaban los niveles máximos que estaban permitidos.