Los asaltantes de la sucursal de Arbo se llevaron un botín superior a 150.000 euros

Los atracadores, que todavía no han sido localizados, realizaron un butrón en la parte de atrás de la entidad y maniataron a los empleados del banco cuando estos llegaron por la mañana

Butrón por el que los atracadores accedieron al interior del banco, que ya ha sido tapiado.

Butrón por el que los atracadores accedieron al interior del banco, que ya ha sido tapiado. / D.P.

Un golpe previamente estudiado y organizado en el que ninguno de los elementos se dejaron en manos del azar. Los atracadores de la sucursal bancaria de Arbo tenían todo pensado cuando se dispusieron a asaltar el banco haciendo un butrón en la pared de la parte de atrás del edificio, el viernes a las 08.30 horas. Sabían que era el último día laborable del año, con tres días “festivos” por delante, y con las pensiones por cobrar. El cóctel perfecto para que el cajero estuviera cargado, y poder hacerse con un botín que, según las fuentes consultadas por este periódico, superaría los 150.000 euros. Y con él se fueron.

La Guardia Civil trabaja para tratar de dar con el paradero de los dos encapuchados que asaltaron la sucursal bancaria de Arbo, y sospecha que hay una tercera persona implicada que estaría esperándolos a las puertas del banco, ubicado en la rúa de Vázquez Estévez, para fugarse con el botín.

Los asaltantes accedieron al interior de la sucursal por la parte de atrás del edificio, a la cual se llega a través de un sendero. Allí realizaron un butrón en una ventana ubicada a tres metros de altura, por lo que se piensa que tuvieron que emplear una escalera. También maquinaria especial, como una radial, puesto que dicha ventana estaba protegida por unos barrotes de hierro que arrancaron para poder entrar. Un trabajo que tuvo que ser previamente planificado.

Una vez en el interior, esperaron la llegada de los empleados que, cuando se personaron en su puesto de trabajo se encontraron a los dos atracadores, los cuales llevaban la cara cubierta para evitar ser reconocidos. Estos maniataron a los trabajadores y se hicieron con el dinero del cajero, huyendo con más de 150.000 euros.

Ningún trabajador resultó herido, ni tampoco ningún cliente, pues en el momento del atraco la entidad todavía no había abierto al público. En la misma trabajan tres personas, dos empleados y el director. Fueron ellos quienes dieron la voz de alarma a través del pulsador antirrobo. Al poco tiempo, el centro urbano de Arbo comenzó a llenarse de patrullas de la Guardia Civil. Un gran despliegue de medios que sorprendió a los vecinos.

Ningún trabajador resultó herido, ni tampoco ningún cliente, pues en el momento del atraco la entidad todavía no había abierto al público. En la misma trabajan tres personas, dos empleados y el director. Fueron ellos quienes dieron la voz de alarma a través del pulsador antirrobo

El cajero de la sucursal, la única que hay en el centro urbano de Arbo, quedó inoperativa hasta pasadas las 15 horas, y durante el transcurso de la mañana, se procedió a tapiar con ladrillos el butrón que realizaron los atracadores para acceder al interior del banco.

Este modus operandi, el butrón, no recuerda a ninguno de los asaltos a sucursales bancarias sufridas en los últimos años en Vigo y su área metropolitana. Uno de los últimos atracos se produjo a principios de octubre en Porriño. Dos personas atracaron a punta de pistola y cuchillo una sucursal a última hora de la mañana, utilizando una mascarilla quirúrgica para cubrir el rostro y vestidos con un mono de trabajo y chaleco reflectante, haciéndose pasar por obreros de la construcción, una artimaña empleada en varios robos a entidades bancarias en el área de Vigo; algunos ya resueltos, pero otros no.

Atraco de A Cañiza

No obstante, la ejecución del robo de Arbo recuerda más al trágico atraco que se produjo en el verano de 2010 en el municipio vecino de A Cañiza, que acabó con la vida de un agente de la Guardia Civil, acribillado a tiros por uno de los asaltantes.

Los atracadores abrieron un butrón en un bajo vacío colindante con la entidad bancaria y, cuando iban a acceder a su interior por los baños para esperar la llegada de los empleados y hacerse con el botín de la caja fuerte, fueron descubiertos por los sensores sísmicos del sistema de seguridad, que hizo saltar la alarma poco antes de las siete de la mañana.