El obispo Luis Quinteiro Fiuza recibe “enamorado de Tui” la medalla de oro

Considera esta distinción un “acto de generosidad” y ensalza la catedral como “símbolo inmortal de lo que somos y trabajamos”

El obispo Luis Quinteiro, el alcalde Enrique Cabaleiro y miembros de la corporación, ayer.  // MARTA G. BREA

El obispo Luis Quinteiro, el alcalde Enrique Cabaleiro y miembros de la corporación, ayer. // MARTA G. BREA / lucía costas

Lleno de público y con música en directo, el salón noble del Concello de Tui fue testigo ayer de la entrega de la distinción más grande de la ciudad a don Luis Quinteiro Fiuza, obispo de la diócesis Tui-Vigo. El alcalde, Enrique Cabaleiro, materializó el acuerdo plenario del pasado 28 de julio, imponiéndole la medalla de oro a “quien tanto nos tiene aportado… gracias por su labor en favor de la ciudad, por su amistad y colaboración”. Un agradecimiento mutuo, pues el obispo, recordando el drama de Romeo y Julieta de Shakespeare, aseguró que no existe una “razón verdadera por la que me han concedido este gran honor, no la hay, es un acto de generosidad, de pura capacidad de dar, como dice Julieta mi capacidad para dar es tan inconmensurable como amar, así es mi amor, cuanto más te doy, más tengo, porque los dos somos infinitos”.

"Fuisteis vosotros, los tudenses, los que me hicisteis abrir los ojos y el corazón"

Quinteiro Fiuza aseguró que “fui enamorándome de Tui y de sus gentes... fuisteis vosotros, los tudenses, los que me hicisteis abrir los ojos y el corazón” y remarcó la importancia de la unión, pues “cuando confiamos unos en otros y trabajamos con ideales compartidos, la vida de todos es más plena. Una ciudad unida tiene más fuerza para luchar”.

Junto a la vinculación a la ciudad y a sus gentes, la labor en la catedral fue otro de los aspectos destacados en el acto. El alcalde señaló que “en su episcopado tiene resaltado por su intensa preocupación por nuestra catedral y por su revitalización”. La cual el obispo cualificó como “símbolo inmortal de lo que somos y de lo que trabajamos; orgullo de herencia y compromiso irrenunciable para todos. Aquí está la historia de los mejores talentos que siguen fascinando a todos los que nos visitan.... es el milagro de la excelencia. Nuestra catedral unió en la historia a pueblos separados, sus torres se levantan convocando a ambas orillas del Miño. La catedral sigue marcándonos el futuro: unirnos a todas las gentes y también a nuestros hermanos portugueses, que esta es la misión que Galicia nos tiene encomendada”.

Luis Quinteiro cerraba su intervención del mismo modo que la abría, agradeciendo a los vecinos, autoridades y a su familia, con especial mención a don Ricardo y a doña Ramona, “que me abrieron de par en par las puertas de esta ciudad maravillosa”.

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