Sofi celebra la vida en O Galiñeiro

Una familia hispano-ucraniana planta un cerezo por la exitosa operación a corazón abierto de su pequeña y por el reencuentro con la abuela, que logró huir de la guerra

La pequeña Sofi Bañuelos, feliz con su diploma tras plantar un cerezo en O Galiñeiro.

La pequeña Sofi Bañuelos, feliz con su diploma tras plantar un cerezo en O Galiñeiro.

Con solo dos años y medio de vida, Sofi ya celebra dos cumpleaños al año. El tradicional de tarta y fiesta y otro quizás más emotivo para su familia en plena naturaleza. La pequeña nació en Madrid el 30 de octubre de 2019 y el 28 de abril de 2020 volvió a hacerlo. Trajo mucha alegría a su familia el día que vino al mundo, aunque contenida porque llegaba con una cardiopatía congénita que ponía en peligro su vida. Seis meses más tarde la felicidad ya era completa. La pequeña se sometía a una intervención quirúrgica de doce horas en el hospital La Paz de la que salió completamente sana.

Así que sus padres, Flavio Bañuelos e Ievjeniia Potas, valenciano y ucraniana, prometieron plantar un árbol en cada aniversario de aquella gozosa fecha estén donde estén, “para agradecer la salud de nuestra hija y contribuir al medio ambiente”. Trabajan, él como productor y ella como acróbata, en el Circo de los Horrores, que ayer estrenó el cabaret “Bacanal” en el Teatro Afundación de Vigo, y unas horas antes de la función se acercaron a O Galiñeiro para cumplir con su juramento.

Sofi sostiene el cerezo con ayuda de sus padres.

Sofi sostiene el cerezo con ayuda de sus padres.

El año pasado lo hicieron en la localidad toledana de Mora con mucha ilusión por ser el primero, pero esta vez el ritual familiar ha cobrado un significado especial. No solo porque Sofi ya fue consciente de lo que hacía y muy feliz, sino porque la abuela, Svetlana, logró escapar de la guerra y está con ellos. Salió de Kiev la segunda jornada de bombardeos por parte de Rusia. Su hija y su yerno movieron cielo y tierra para traérsela. “Fueron cinco días de viaje con mucha tensión. Tiramos de contactos que teníamos en varios países para que la recogieran, pasó por Moldavia, Rumanía y Portugal, pero ya la tenemos aquí”, cuenta Flavio con la tristeza que le transmite su suegra por dejar atrás al resto de la familia.

Pero ayer era un día para celebrar y los cuatro subieron a la cumbre de Vincios con José Taboada y Basilio Vila, coordinador y trabajador de la comunidad de montes de Vincios, que los ayudaron con la tarea. Eligieron los montes de la parroquia de Gondomar por sus innovadores proyectos. “Conocíamos el Bosque dos Nenos –el espacio que los comuneros reservaron tras los incendios de 2017 para reforestaciones infantiles– y queríamos plantar allí”, explica Flavio. Pero el recinto ya está completo y los comuneros les ofrecieron la zona de A Panasqueira de Frin, recuperada del fuego con nogales. Aceptaron y adquirieron un hermoso cerezo para dejar su huella en la comarca.

La familia posa junto al árbol recién plantado para conmemorar el segundo cumpleaños de Sofi.

La familia posa junto al árbol recién plantado para conmemorar el segundo cumpleaños de Sofi.

La idea es volver a visitarlo, “que Sofi venga a verlo cuando sea más mayor y reconozca su árbol”, y sea consciente de lo que significa y de la importancia de los compromisos y las tradiciones, sueñan los padres. De momento, la pequeña se conformó ayer con remover la tierra para echarla sobre las raíces y se le iluminó el rostro al recibir el diploma de la comunidad de montes de Vincios por su contribución. Hasta que pueda volver, recibirá fotografías periódicamente para comprobar cómo va creciendo su cerezo. Y colorín colorado...

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