El centro cultural de Baíña apuesta por actividades “100% legales”

Los comuneros aseguran que sus aulas están disponibles para quien trabaje “con todo en regla” | 90 niñas del grupo Giro’s practican danza en el local

Una clase de danza del grupo Giro’s en el centro cultural de Baíña.

Una clase de danza del grupo Giro’s en el centro cultural de Baíña. / N.P.

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La comunidad de montes de la parroquia baionesa de Baíña lo tiene claro. “En el centro cultural solo pueden desarrollarse actividades 100% legales”, aseguran los integrantes de su junta rectora. Desmienten las acusaciones de la que fue presidenta de la asociación Centro Cultural e Social de Baíña, Pilar Rodríguez, que afirma que la sociedad mancomunada impide el acceso a su colectivo para programar cursos y eventos. “Aquí las puertas están abiertas para todo el mundo que quiera desarrollar una actividad, siempre que quede acreditado que los monitores están dados de alta en la Seguridad Social o que existen seguros de responsabilidad civil, entre otras cuestiones”, recalcan.

El centro acoge en la actualidad los ensayos y clases de la escuela de danza Giro’s. Un total de 90 niñas, tanto vecinas de la parroquia como de otros puntos de la comarca e incluso de Vigo, acuden a las sesiones, que se llevan a cabo prácticamente a diario. “El local no está vacío”, aseguran.

El conflicto con la asociación que se encargó de dinamizar el centro desde su inauguración en 2004 comenzó hace años. La comunidad de montes, como titular del edificio, reclamó a la directiva del colectivo cultural “la documentación relativa a la situación legal de los monitores”. Fue al no recibir respuesta cuando, explican los integrantes de la junta rectora, se modificó el reglamento del centro para garantizar que ningún trabajador opere allí en situación irregular, “con 42 votos a favor y 7 en contra en asamblea”.

En junio de 2020, Rodríguez anunció a través de las redes sociales la dimisión de la directiva de la asociación y la convocatoria de elecciones. Al no tener conocimiento de las votaciones, los comuneros entienden que ni la asociación ni la presidenta tienen vigencia. Esperaron tres meses desde el comunicado público “para que entregase las llaves” y fue entonces cuando decidieron cambiar las cerraduras porque, insisten, “nosotros no nos podemos arriesgar a que en este centro se desarrollen actividades sin seguridad jurídica”.

A partir de ese momento, los cursos de guitarra, pilates, cómic y alfabetización de mayores se han repartido por otros espacios, como la antigua escuela de O Burgo, el multiusos Ángel Bedriñana en Baiona o el local parroquial. El grupo folclórico Ardelume se ha mudado también al colegio de Fontes.

Los comuneros, que próximamente celebrarán elecciones para elegir junta rectora, lamentan que esta situación esté causando enfrentamientos vecinales y reiteran que “el centro cultural sigue abierto para todo el mundo, incluida la asociación, siempre que lo soliciten formalmente y acrediten que todo está en regla”. Se quejan además de que los monitores que han querido impartir clases en el centro “hayan recibido presiones” para no hacerlo.