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El curro de A Valga vuelve a celebrarse sin público

Caballos y ganaderos ayer en el centro del curro para celebrar la tradicional rapa.

Se hizo esperar por las condiciones climatológicas adversas que impidieron celebrarse cuando estaba previsto (el segundo domingo de mayo), pero Oia vivió ayer uno de los eventos marcados a fuego en su calendario anual: el curro de A Valga. Aunque, como no podía ser de otra forma, la actual situación de pandemia volvió a marcar su celebración. Porque, por segundo año consecutivo y también por segunda vez en toda su historia, se llevó a cabo a puerta cerrada, es decir, sin público.

Aunque habitualmente los curros centran prácticamente toda su atención en el milenario espectáculo de la lucha cuerpo a cuerpo entre el hombre y las “bestas” , la pandemia se cobra parte de la función para poner el acento en lo sanitario. Es decir, en la necesidad de desparasitar las burras –como llaman en la zona a los equinos criados en libertad en las sierras de A Groba y O Galiñeiro– y garantizar su supervivencia cuando apriete el calor. Los ganaderos se reunieron ayer a primera hora de la mañana en los montes de Oia para juntar a los caballos salvajes que por la tarde, en torno a las 17.00 horas, llevaron al centro del curro donde comenzó la tradicional rapa.

Al mediodía tuvo lugar una comida campestre para que los aloitadores repongan fuerzas de cara a afrontar el combate, aunque no fue como en anteriores ediciones, ya que no se instalaron los tradicionales puestos de venta de pulpo, churrasco o empanadas que daban aire de romería al popular encuentro.

Además de sanear y cortar las crines de los caballos, los curros realizan otras funciones importantes tanto para los animales como para la seguridad de las personas. Una de ellas es el marcaje de los equinos y la colocación del microchip. Esta obligación, que en su momento desató gran malestar debido al alto coste del chip para unos ganaderos a los que hasta les cuesta dinero mantener la que, a día de hoy, es la mayor cabaña de caballos salvajes del mundo, facilita la localización de los propietarios.

La decisión de celebrarlo sin público la tomó la Asociación de Gandeiros da Valga para poder celebrar el curro en las mejores condiciones sanitarias posibles para evitar contagios. El colectivo recibió la autorización tanto del propio Concello de Oia como de la Consellería de Medio Rural y de la Subdelegación del Gobierno para llevar a cabo el curro, Uno de los espectáculos etnográficos más antiguos de Galicia, con más de 4.000 años de historia, que consiste en coger a los animales con un lazo para cortarles las crines, desparasitarlos y marcarlos, mientras que a los potros también se les implanta el correspondiente chip. Ayer consiguieron congregaunas 280 burras, además de los potros.

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