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BAIXO MIÑO

Carne de cordero contra incendios

Hugo Martínez, a cargo de 180 cabezas de ovella galega, donará su carne al CEP Pedro Caselles para potenciar su consumo entre los jóvenes y concienciar sobre sus beneficios

Hugo Martínez con su rebaño de ovella galega en Tomiño. // Alba Villar

Los incendios que en octubre de 2017 arrasaron los montes de Vincios, en Gondomar, dejaron al rebaño de Hugo Martínez sin pasto en el que alimentarse. Por ello, este ganadero tuvo que trasladarse a Tomiño, donde ahora pastorean sus 180 cabezas de ovella galega, una raza en peligro de extinción. Pudo reponerse al desastre del fuego, pero ahora acecha un nuevo peligro: el declive en el consumo de carne de cordero.

Para intentar combatirlo ha propuesto a la Asociación de Criadores de Ovino y Caprino de Galicia (Ovica) realizar donaciones a los centros escolares con comedor propio para que los más jóvenes se familiaricen con el consumo de cordero. "Si a los niños no los enseñan a comer cordero, luego no lo demandan en sus casas", dice Hugo, quien considera que "la gente joven y de mediana edad ya no consume cordero a no ser que sea en una fiesta".

Antes de que Ovica decida si implementa o no esta iniciativa, el ganadero tomiñés la ha puesto en práctica en el colegio de su hija, el CEP Pedro Caselles, al que donará entre 60 y 70 kilos de cordero. "Hablé con el director y resulta que en treinta y tantos años que lleva allí nunca se comió carne de cordero en el comedor", asegura.

Además de incentivar el consumo, las intenciones de este ganadero también pasan por "explicarles a los niños por qué son necesarias las ovejas y las cabras en el monte". "Limpian el monte, lo que ayuda a prevenir los incendios, y convierten la maleza en proteína", explica el tomiñés, que recuerda "la creciente demanda de consumo de proteína que hay, que hasta dicen que vamos a tener que comer insectos". Con todo, matiza que "hay grandes superficies que hacen las cosas mal, pero el pequeño ganadero no solo no produce CO2, sino que lo captura". "Mucho mejor que utilizar un tractor para desbrozar, que consume derivados del petróleo y contamina", reflexiona.

Hugo, a cargo de un rebaño de trashumancia en el Monte Tetón, es un gran defensor del campo y considera que para evolucionar no hay que abandonar la ganadería. Se apoya en que "Alemania es un país superindustrializado, en cambio, no tienen ninguna zona rural abandonada. Lo mismo pasa en Francia. Son los países que producen la maquinaria agrícola más puntera porque su propia ganadería se la demanda".

"Desde la Consellería nos dicen que animemos a la gente a que se ponga con ovejas y cabras para intentar evitar los incendios, pero yo ya les hice saber que a mí me estaba costando bastante vender la producción y que, producir aquí, es más caro en que en otros lugares", manifiesta Hugo Martínez, haciéndose eco de una problemática que también afecta a las comunidades de montes de Meira y O Rosal.

Esto se agrava con el cierre del matadero de Macomusa, en Nigrán, a donde acudían la mayoría de productores de la zona para sacrificar su ganado por 15 euros la cabeza. A esto hay que sumar otros costes, como el del transporte, que incrementan el kilo de la carne, en este caso la de cordero, y la convierte en prohibitiva. "A precio de marisco", lamenta Hugo, haciendo un llamamiento al aumento del consumo de carne ovina y caprina de trashumancia para incentivar la economía circular y prevenir incendios como los que en 2017 quemaron Galicia.

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