Se nos fue la ilusión en Sabarís. Se nos fueron la sonrisa, el tesón, la fortaleza, la voluntad y la emoción que solo podría desprender alguien tan especial, tan único como él, como Fito. La suya es una historia de superación, de no hay límites si hay ganas, ¡y vaya si le sobraban! No acabó con él aquel fatídico accidente en bicicleta antes de la Selectividad hace veinte años, no. Se rehizo, se mudó a Madrid y regresó, creó su propia familia, acabó los estudios -¡dos carreras, nada menos!-, progresó en su empresa de toda la vida, Dalphi Metal (hoy ZF-TRW), en un sector tan complicado y competitivo como la automoción, y ahora acababa de dar el salto a la política por pura voluntad de ayudar al prójimo, de regalar aquello que a él le sobraba: alegría.

Quiso la fatalidad que dos décadas después de aquel violento atropello en bicicleta, también en los días previos a otra selectividad, la de 2019, Fito se nos fuese a apenas unos metros de casa llevándose con él todo aquello que nos unía, dejándonos a la calle, al barrio, a la parroquia entera de Sabarís y a la Villa de Baiona sumidas en un incómodo silencio por el respeto que merece una figura como la suya, irrepetible. Jamás podré olvidar su "¡Qué pasa neno!" con el que te saludaba, sacudía y espabilaba a la vez si te veía preocupado o triste, la ilusión de aquellos cumpleaños de niño cuando veías que tu primo mayor te hacía caso, o más recientemente, esas tardes inolvidables de pesca en las Estelas en las que daba igual si picaban o no, lo importante era pasar tiempo juntos, desconectar del ajetreo diario y disfrutar del paisaje, las vistas y el vaivén de las olas.

Echaremos mucho de menos esa vitalidad de Fito, esa fortaleza de quien era capaz de pasearse en camiseta a 2ºC en pleno invierno, de bañarse los 365 días del año en A Ladeira incluso con temporal, de alegrar cualquier encuentro con su ingenio y ganas de vivir, de apuntarse a una fiesta con los amigos y la familia si la ocasión lo merecía, de echar una mano siempre y sin esperar nada a cambio. Echaremos mucho de menos a Fito, y punto. Porque todo el mundo lo quería, incluso quien lo pudiese llegar a odiar, en el fondo lo quería, porque Fito era así, y será así para toda la eternidad.

Pierdo un primo, pero gano un mito.