Pocas personas podrán presumir de haberse proclamado campeones del mundo en alguna disciplina una vez superados los 50 años de edad. No es el caso de Soledad Castro. Ella, que no entiende el deporte como profesión sino como una "dimensión vital", acaba de subirse al primer cajón del podium del World Masters Mountain Running Championship en la categoría W50, que viene a definir a los mejores del mundo mayores de 50 años en la modalidad de atletismo de montaña y que se celebró en Susa, Italia, el pasado fin de semana.

"La montaña fue un misterio de competir 6.550 metros con un desnivel de 780 metros. Salimos del Arco de Augusto en una pronunciada bajada, continuamos por el asfalto de las calles para iniciar una ascensión sin respiro por empedrados senderos; por momentos hubo vértigo de precipicio, ansia de encontrar un llano, pero aparecida la meta todo se olvida y quedan los pasos de la ascensión consolidada".

Es la crónica de la carrera hecha por ella misma, que explica que vive del atletismo "en lo que tiene de espacio y de filosofía de vida; supongo que siempre disfruté del atletismo como algo esencial pero no primordial", explica. "Mi entrenadora de siempre nunca ha cobrado nada, así que por eso trato de cumplir, tener fe en sus mandatos y procurar ser agradecida", añade.

En relación a los retos que esperan en el horizonte, Soledad habla del "campeonato del mundo de atletismo veterano en Australia, pero no sé si llegaré allá, aunque la ilusión está ahí y solo falta ponerla a andar y hacerla realidad".

Su relato recuerda más a determinadas culturas orientales que occidentales, sobre todo en el agradecimiento al deporte ya no sólo por lo que aporta al cuerpo sino también al espíritu.

Soledad Castro no ha parado desde que su avión aterrizó procedente de Italia, y sigue ejercitándose cada mañana en el vigués parque de Castrelos, lugar del dice "ser adicta porque siempre encuentras una sonrisa cuando vas asfixiada y cansada".