Centenario Celta

Celta y Balaídos: un binomio inseparable

Noventa y cinco años juntos compartiendo alegrías y penas. Más que una casa. Más que un hogar. La cuna de cinco generaciones de celtismo

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Natxo Cabaleiro

En sus ya cien años de historia, el Real Club Celta sólo ha tenido dos casas. La primera, casi prestada, impuesta por la necesidad durante sus cinco primeros años de vida, fue el Campo de Coia. La segunda, la deseada y querida, tiene su nombre grabado a fuego en el corazón de los celtistas. Más que una casa o un hogar es casi una cuna para ellos. Los ha visto nacer. A ellos, a sus abuelos, a sus padres, a sus hijos o incluso a sus nietos. Balaídos.

Como producto de la fusión entre el Vigo y el Fortuna, el Celta se encontró al nacer que no disponía de campo propio y, por eso, tuvo que disputar sus primeros partidos como local en el Campo de Coia, el que con anterioridad había sido feudo del Vigo Sporting. Un histórico recinto que llegó a ser incluso el 14 de mayo de 1922 el escenario de la final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Real Unión de Irún, partido que ganó el conjunto azulgrana por 5-1.

Fue la primera casa del celtismo pero no su hogar. El propio Manuel de Castro “Hándicap” había expresado en multitud de ocasiones en sus artículos en FARO que, una vez consumada la fusión, el paso lógico era “la construcción de un gran campo de fútbol que pudiera atraer a un mayor número de equipos nacionales y que permitiese también mejorar la forma del equipo”.

La buena aceptación que estaba teniendo el recién creado club y su creciente número de seguidores fueron dos factores que aceleraron el proceso. Pese a todo, no fue fácil. El reputado arquitecto Jenaro de la Fuente fue el elegido para hacerse cargo del proyecto. La idea inicial tuvo que ser reformada en varias ocasiones por problemas de financiación y dificultades para conseguir el crédito necesario para la construcción.

Finalmente fue el 30 de diciembre de 1928 cuando el Celta inauguró oficialmente su nuevo estadio con un encuentro ante el Real Unión de Irún, en el que los vigueses se impusieron por 7-0. El estadio de Balaídos contaba por aquel entonces con una capacidad para 22.000 aficionados, todos sentados y en localidades numeradas.

Las crónicas recogen que el estadio fue bendecido por el Padre Faustino, quien finalizó su discurso con un “Viva Galicia, viva Vigo y viva el Celta”. Mientras, Manuel de Castro “Hándicap” escribía en FARO: “Todo vigués, todo gallego, debe sentirse hoy orgulloso con la inauguración de su Estadio de Balaídos. El sueño dorado de todos ya se ha plasmado en la más bella de las realidades”.

Las obras se sucedieron y se suceden desde entonces –todavía está pendiente la grada de Gol para finalizar la remodelación iniciada en el 2015- pero independientemente de su aspecto interior o exterior o de su capacidad para albergar mayor o menos número de espectadores hay algo que permanece inalterable. Cada vez que hay partido en casa, el celtismo acude en masa a su templo, a su casa. Abuelos, padres, hijos, nietos e incluso bisnietos. Cinco generaciones distintas se citan en Balaídos. La cuna del celtismo.

  • Topónimo

    El estadio de Balaídos se encuentra ubicado en pleno Val do Fragoso, a escasos tres kilómetros del centro de la ciudad. Según apuntan diversas fuentes y como es habitual en otras zonas de la ciudad como A Laxe, Valadares o Teixugueiras que toman su nombre de la orografía, la flora o la fauna de la zona, con el recinto deportivo sucedió lo mismo. En este caso, todo apunta a que se trata de una evolución del término gallego “Abeledo”, que hace referencia a una zona con abundancia de “Abeleiras”, avellanos en castellano.

Obras

Desde su inauguración a finales de 1928, el estadio de Balaídos ha sufrido múltiples cambios y remodelaciones hasta llegar a su estado actual, al que todavía le falta la reconstrucción total de la Grada de Gol para finalizar el proyecto de reforma integral iniciado en el 2015 tras el acuerdo alcanzado para ello por Celta, Concello y Diputación de Pontevedra. En el horizonte, la candidatura española a organizar el Mundial de Fútbol en 2030 y la intención de que Vigo sea una de las sedes en las que se dispute el torneo.

En un principio, el recién construido feudo del Celta, obra del arquitecto Jenaro de la Fuente, contaba con una capacidad para 22.000 espectadores, todos ellos sentados y en localidades numeradas. Sin embargo, los problemas de financiación habían provocado cambios y variaciones respecto a la intención inicial, provocando que durante las dos siguientes décadas se sucediesen las obras y reformas casi de manera constante.

Pero no sería hasta 1967 cuando se inició una de las remodelaciones más ambiciosas para ampliar la zona de pie y asiento bajo la visera en las gradas de Marcador, Tribuna y Gol, dándole al estadio su configuración actual. La obra supuso un gran desafío técnico al realizarse en muy poco tiempo y, especialmente, por instalar una cubierta de hormigón que alcanzaba los 16,5 metros de longitud máxima. Tras cuatro años de trabajos, el 27 de marzo de 1971 inauguraba las nuevas instalaciones Antonio Ramilo, alcalde de la ciudad en aquel momento.

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Imagen de la demolición de la vieja grada de Río. / Magar

Un par de años antes, en 1969 y con Rafael Portanet como máximo responsable político en aquel momento, se realizó una importante reforma eléctrica para que el estadio pudiese albergar partidos en horario nocturno.

Balaídos fue uno de los estadios elegidos para acoger el Mundial de Fútbol de 1982, que se disputó en España. El recinto, en el que se disputaron los tres partidos de la fase de grupos de la selección italiana (0-0 con Polonia, 1-1 con Perú y 1-1 con Camerún), tuvo que someterse desde diciembre de 1980 a otra remodelación para albergar esta importantísima cita, demoliéndose la vieja grada de Río y construyéndose otra totalmente nueva, más moderna y con mayor capacidad.

Sin embargo, la normativa que obligaba a tener todo el aforo con localidades de asiento provocó en la década de los noventa la reducción de la capacidad del estadio de 38.000 a 31.800 espectadores.

Una disminución que se acentuaría aún más en 2012 al eliminar las primeras filas pegadas al campo y con mala visibilidad y cubrir el foso que rodeaba el terreno de juego, quedando el aforo en 30.000 espectadores.

Después de diversas propuestas y proyectos para un cambio integral que no salieron adelante, desde febrero de 2015 se está procediendo a la práctica reconstrucción del estadio tras un acuerdo firmado entre el Celta, el Concello de Vigo y la Diputación de Pontevedra, en el que las dos entidades públicas debían aportar cada una el cincuenta por ciento de la financiación prevista para llevar a cabo la obra, casi treinta millones de euros. En la actualidad ya están realizadas las reformas de Tribuna, Río y Marcador, ahora denominada Marcador Centenario.