La sinceridad de Tapia

El centrocampista admite la falta de verticalidad en su sociedad con Beltrán

Armando Álvarez

Armando Álvarez

“Estamos golpeados por el resultado. Nadie lo esperaba. Nos ha movido mucho”, confirma Renato Tapia, sin mitigar la hemorragia de Valladolid. El peruano siempre ha exhibido personalidad. Autoridad moral en su selección, quizá en Vigo haya desempeñado un papel más secundario sobre el escenario público. Pero no rehúye las controversias y todo lo subordina al bien colectivo. Incluso su propia titularidad. Admite que su sociedad con Beltrán no está funcionando.

Tapia encandiló en su primera temporada con su capacidad para barrer el campo. Jugó 32 partidos, 31 como titular. Fue Beltrán el que ejercía de sustituto y el que peregrinaba por otros puestos. A Tapia le pasaron después factura los viajes transoceánicos en el empeño, a la postre infructuoso, de clasificar a su selección para el Mundial. Jugó 29 partidos, pero solo 14 como titular. “Parecemos un taller mecánico, que lo arreglamos para que juegue en Perú”, llegó a lamentar Coudet. “Fuimos como la fruta. Cuando la exprimes, a veces se queda sin jugo”, admite Tapia. “Me pasó el año pasado. Fueron muy pocos días libres que tuve de descanso absoluto. Los contamos con los dedos de una mano. En esta ya tuve un tiempo más personal, con la familia. Esto es el fútbol. Puede irte bien o mal. Lo que se queda la gente y los compañeros es cómo fuiste, cómo trabajaste. Independientemente de si juego o no, ayudar al equipo y estar con mi cabeza tranquila es lo más importante”.

Tapia afronta esta campaña en plenitud física, con Beltrán por delante en la jerarquía, pero también como sociedad inicial en la medular. Coudet ha alineado a Tapia en ocho partidos; en seis como titular. Beltrán ha sido titular en los diez. La pareja ha funcionado en citas como Girona y en otras, como ante el Cádiz, se ha atascado. Tapia ha sido el sacrificado habitual.

“Es decisión del técnico quién juega. Me estoy brindando al cien por ciento, tratando de entrenar al máximo. No he conseguido la solidez de jugar los 90 minutos y cerrar un partido bien. El rol que estoy cumpliendo es otro. De donde me toque voy a apoyar siempre al equipo. Lo más importante es el conjunto”, evalúa Tapia.

“Una cosa es tener características futbolísticas parecidas y otra tener el mismo rol en el campo. Se confunde mucho. No somos parecidos. Tenemos el mismo rol y lo cumplimos de distintas maneras, cada uno a su modo”, reflexiona Tapia sobre Beltrán y él. “No ayuda mucho a la verticalidad del equipo; por ahí sumar un hombre más en el área porque la costumbre no está. Lo dijo el Chacho la semana pasada; en estos próximos partidos elegirá a uno. Es tratar de lograr los resultados. Lo demás pasará a un segundo plano”.

Todas las combinaciones son posibles: “Si me toca con Fran, con Gabri o con Luca o a Fran con Gabri… Hemos hecho cosas muy buenas y otras que se han vuelto más automatizadas. No creo que sea algo tan grave que nos vaya mal un partido cuando jugamos los dos o viceversa”. Su fe en Coudet se mantiene intacta: “El grupo está muy unido. Siempre vamos a confiar en el entrenador y en el comando técnico”.

En cuanto a la dificultad para reemplazar a Denis y Brais, sentencia: “Yo confío mucho en los jugadores que están ahora en el campo, en mis compañeros. Puede que no estén en buen momento o no tengan buen día, pero eso no significa que no tengamos ese recambio. Denis daba un plus y lo que evoluciono Brais te daba mucho más. Pero creo que Gabri, por dar un ejemplo, ha sido una revelación; no digo de cómo está jugando ahora, sino de que ha conseguido un nivel en el que puede dar muchísimo. Él tiene esa verticalidad. Hizo goles ya. Si te pones a comparar, que no vendría al caso, tenemos un equipo nuevo pero con las mismas ganas y la misma calidad”.

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