La portería constituye uno de los grandes dilemas que debe afrontar la dirección deportiva; en este caso, no por el fracaso de sus planteamientos, sino por el complejo escenario que han creado las lesiones.

El presidente, Carlos Mouriño, y su director general, Antonio Chaves, decidieron hace años que los inquilinos del arco estaban en la cantera: Rubén Blanco e Iván Villar, como herederos de Sergio Álvarez. Mantuvieron este criterio pese a que entrenadores como Berizzo pidieron fichajes. Y la consolidación de Rubén esta temporada como uno de los pilares del equipo pareció premiar esta tenacidad.

Pero la fragilidad física del mosense ha vuelto a torpedear su todavía joven carrera. El arrancamiento completo del tendón directo del recto femoral derecho que sufrió ante el Atlético implica una delicada recuperación de entre cuatro y cinco meses. Sergio se rompió los dos meniscos de la rodilla derecha en mayo y se perderá las primeras jornadas de la próxima temporada. Iván Villar ha quedado como único portero sénior. Su respuesta en los cuatro partidos que ha disputado, incluyendo la recta final del partido contra los colchoneros, ha sido correcta; sin graves fallos, pero tampoco paradas salvadoras.

Ha sido una temporada de récord, según indican desde la cuenta Afouteza e Corazón: seis porteros distintos han sido convocados por primera vez en la historia celeste: Sergio, Rubén, Villar, Fran Vieites, Dragan Rosic y Iago Domínguez. Y aún es posible que Miñambres busque otro para la próxima campaña.

En los corrillos ya han sonado el vigués Diego Mariño, del Sporting, y el lucense Diego López, del Espanyol; este último, con familia política en la comarca viguesa, se ha convertido en un asunto recurrente y su perfil de portero veterano y contrato corto cuadraría mejor. Porque el Celta sigue fiándose a largo plazo de Villar y Blanco, si se recupera bien. Pero de momento el agente de Diego López, según informa la Radio Galega, niega cualquier contacto.