Alentar el acoso y atreverse a señalar con el dedo acusador a periodistas, empresarios y a la Jefatura del Estado como posibles blancos de las iras de quienes se sienten indignados o desorientados es una imprudencia, además de una grave dejación de responsabilidades.

Si la familia Iglesias-Montero ha sufrido acoso, que lo denuncien. Pero que no olviden que como responsables políticos deben dar cuentas ante la ciudadanía de sus acciones y de sus omisiones. Trasladar la política fuera de las instituciones es peligroso. Podemos lo ha hecho y lo sigue haciendo. Quizás crean que con eso desvían la atención y consiguen que se olviden sus asuntos judiciales. Lo que ya es difícil de olvidar es su falta de competencia para formar parte del Gobierno de España.