La vida me ha enseñado que muchas de las cosas que hoy nos suceden son consecuencia de lo que hicimos ayer. Dicen que cuando te detienes a pensar si quieres a alguien ya has empezado a quererla. No es más importante el lugar al que llegas sino el camino y la persona que mientras sostiene tu mano. La soledad enseña más que cualquier compañía, el dolor lame las heridas y cuanto más felices pueden ser las personas más infelices se vuelven. El destino puso a las personas adecuadas en mi camino, algunas me enseñaron el significado del amor, otras a que no debo entregar demasiado el corazón. Aprendí que examores no son errores, porque a pesar de todo suelen dejar lecciones, que los tropiezos hacen que cada vez duelan menos las caídas, que al final siempre llegan a sanar las heridas, que nada se olvida, pero que debemos recordar sólo aquello que en su momento alegró nuestra vida.

Aprendí que nada puede golpearme, a menos que yo lo permita y, sobre todo, que cuando uno aprende a amarse son pocas cosas las que logran lastimarte. Disfruta de lo que llega, deja a un lado las expectativas, así lo que llegue será bien recibido y en lugar de saberte a poco, será más de lo que ya esperabas. Hoy todavía no nos conocemos, quizás no sepas nada de mí, tan solo dos extraños en este mismo instante, apenas comenzando, pero nunca imaginando que finalmente seríamos tú y yo, frente a frente, teniendo tanto que decir. Podría redactarte una lista con todos mis miedos, pero tengo tantas ganas de pensarte que si lo hago me daría la sensación de estar perdiéndome en el tiempo.

La vida está repleta de pequeños detalles, de sorpresas, de grandes afectos y efectos pero, sobre todo, de personas que dan giros inesperados a las historias, como tú. Puede que apenas me conozca, pero sé algo de mí. Me gusta dormir con la persiana subida, bajar las escaleras de dos en dos, jugar al escondite con la luz encendida, sonreír cuando te miro. Esto no me hace especial, tengo errores. No sé nadar, pero sé hacerme el muerto consiguiendo flotar. Otros, sin embargo, se hunden en el intento.