El pequeño Julen, el niño de dos años que fue rescatado sin vida a los trece días de caer en un pozo en la localidad malagueña de Totalán, se encontraba debajo de un tapón de 33,180 kilos de tierra y su cuerpo presentaba, además de fractura craneoencefálica, otras heridas post-morten. La autopsia preliminar establece como causa de la muerte el traumatismo craneoencefálico severo y fuentes judiciales indican que en el estudio al cuerpo del pequeño se encontraron demás restos de tierra en el estómago, el esófago, así como en las manos. Si esto fuera así, el informe contradeciría una de las tesis que defiende el dueño de la finca donde se produjo el accidente.

La defensa de David Serrano -pareja de la prima del padre de Julen- sostiene que la muerte del pequeño "se pudo producir durante las labores de rescate", concretamente durante el uso de una piqueta de 7 kilos que los equipos de emergencias usaron durante las primeras horas tras producirse el accidente. Las mismas fuentes apuntan que, según la autopsia preliminar, el menor no presentaba heridas inciso-contusas y que la piqueta tenía restos de pelos y tierra, pero no sangre.