Los otoños siempre han sido calientes en España, propiciados por la cantidad de manifestaciones, generalmente en el ámbito laboral, con un fin marcado por la reivindicación. Los tiempos cambian y desgraciadamente y en este caso los independentistas los utilizan para conseguir su ansiada ruptura con el Estado. El absurdo tira y afloja entre Torra y Sánchez está condicionando la convivencia en Cataluña y la estabilidad de las instituciones, en cuanto a un referéndum de autodeterminación que da pie a su lema extremista: "Referéndum o ruptura". Sánchez sigue esperando el milagro que supondría que Torra renuncie a su hoja de ruta intentando, una vez más, el engaño, ofreciéndole elaborar entre ambos un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña, recibiendo el no por respuesta, incluidas amenazas y provocaciones. Siendo instado a que reoriente las instrucciones a la Fiscalía para liberar a los presos del Procés. Sánchez anda con pies de plomo para no cabrear a su adversario político (no vaya ser?). Al fin, va haber una única solución: pedir al Senado la autorización que permita la suspensión de la Autonomía. Todo lo que pasase por habilitar una consulta de autodeterminación sería prevaricación.

Señor Sánchez aplíquese aquel proverbio chino: "El poder es el peor enemigo de quien lo posee". Yo vuelvo a recordar la necesaria aplicación del 155, sin complejos, que debiera seguir vigente. La obstinación por querer acabar la Legislatura nos puede arrastrar al caos más absoluto. Si esto no se para de una vez, se está traicionando al conjunto de los españoles.