Después de muchos sufrimientos, sudores y lágrimas, al fin y según parecía ser, el colectivo de jubilados habría "roto aguas". El "alumbramiento" en el Pacto de Toledo podría ser posible y asistiríamos al "nacimiento" de una pensión digna. Solo nos faltaba haberla apadrinado con la garantía del IPC. Todo podría llegar a buen término gracias a tantos y tantos pensionistas que, superando muchas dificultades han salido a la calle, contra viento y marea, a exigir sus derechos. Si aquellos a quien corresponde dejaran a un lado sus cuitas y comenzaran a funcionar como responsables directos de quienes depositan en ellos su confianza, otro gallo nos cantaría?, pero últimamente todas las promesas convertidas en mentiras dan al traste con las ilusiones de un pueblo que ya va estando hasta las narices de tanto incompetente. No le quito méritos a nadie, pero sí, he de agradecer muy especialmente todo lo conseguido, al colectivo de Bilbao, como siempre dando la "nota positiva".