Para muchos jóvenes, el indicador "me gusta" de Facebook es el termómetro más fiable para medir el cariño de sus amigos o su relevancia social. Este detalle me ayudó a dar con la clave de lo que para un joven puede suponer ser "santo", o lo que es lo mismo "vivir en gracia", "sentirse pleno". Y me imaginé a Dios, desde el cielo, en su Facebook, con miles de millones de amigos, clicando los trescientos sesenta y cinco días del año, las veinticuatro horas del día, a cada uno:"me gusta", "te quiero", "estoy orgulloso de ti", "eres mi hijo amado", "eres preciosa", para que lográsemos entender de una vez por todas que la dignidad de la persona humana es un regalo que Dios nos otorga a cada uno de sus hijos.Y cada nombre de sus amigos está escrito eternamente en su corazón.

"Ser santos" es estar conectados con Dios, es entrar en relación personal con Jesucristo.Él es quien ofrece a cada persona, hoy igual que ayer, plenitud de sentido en su vida, autenticidad, libertad, fecundidad, sinceridad, felicidad. Son los valores que Él mismo encarnó en su vida.

En este Facebook particular, cada persona ha de crear su contraseña ; algunas veces necesitaremos que alguien nos ayude a confeccionarla para acceder al encuentro con Él. Necesitaremos que alguien nos acompañe .El acompañamiento es una actividad que hace una persona con otra, que permite a la segunda crecer. Acompañar es estar junto a otro, ayudándole a hacer su camino, y la capacidad de ayudarle a madurar y a afrontar la vida. Acompañar es acoger, escuchar con atención y empatizar. Acompañar es ayudar al otro a que perciba sus virtudes, a que descubra su vocación, a movilizar un deseo de cambio cuando es necesario. Acompañar no es marcar un itinerario; es dar fuerza y lucidez para afrontar por nosotros mismos, con total libertad, el camino de nuestra vida.

¡Ojalá logremos soñar y hacer realidad entre todos un mundo de santos de carne y hueso, como propugna el papa Francisco en "Alegraos y regocijaos"; personas coherentes, auténticas, evangélicas, como Dios nos creó, y que logremos entender que no podemos conformarnos con menos. Que tenemos que apostar por la excelencia. Que tenemos que hacer visibles todas las gracias con que Dios nos ha adornado por dentro y por fuera.