Hace tiempo que tenía ganas de escribir sobre los superhéroes sin capa. Sí, sin una capa como la de Superman y sin un Batmobile como el del Batman, pero con unos poderes interiores que superan a todo héroe o heroína que pueda llegar a imaginarse el universo cinematográfico de Marvel.

Se distinguen de entre la multitud por tener varias características. La primera, su afán de superación, sin importarles cuán grande sea la piedra: le dan una patada o se la meten en su bolsillo. La segunda, su capacidad de persistencia; no importa el tiempo que les lleve conseguir su objetivo, cada día dan pasos hacia él y a pesar de un posible hastío siguen adelante.

Puede que paren a repostar de vez en cuando, pero eso no les hace frenarse. La tercera, su capacidad de adaptación a las circunstancias, como un camaleón que muda su pelaje se funden en el paisaje, en sus circunstancias, modificándolo y haciéndolo más bello.

Además, es muy fácil reconocerles si sabéis mirar con delicadeza, pues estos héroes y heroínas tienen algo en común: su poder se ve en los pequeños detalles. Unos, a pesar de sus problemas, llegan a su puesto de trabajo con una sonrisa dispuestos a dar lo mejor de sí mismos. Otros, lidian con enfermedades y, lejos de notárseles débiles, tienen la fuerza del martillo de Thor en la batalla. También los hay que llevan unos días malos, que afortunadamente se quedarán en eso, días malos; y a pesar de no poder cambiarlos hacen los días de los demás un poco mejor.

Esta ciudad y este mundo está repleto de héroes y heroínas sin capa que se hacen llamar personas, que vuelan alto cada día a pesar de que se encuentren a veces bajo tierra y eso es precisamente lo que les hace ser tan grandes.

Seguid volando, sea cual sea vuestro Joker, le daréis tal revés que su nombre será solo una carta más en la baraja.