A pesar de la lluvia, nada puede aguar el ambiente festivo en la capital ucraniana a un día de la primera gala de semifinal del festival Eurovisión 2017, en el que este año participan 42 países con la notable ausencia de Rusia. Un avión turbohélice pintado en negro y rosa -los colores de esta edición del festival- da la bienvenida a los turistas en el moderno aeropuerto de Zhuliany, al que llegan estos días muchos de los aficionados con la esperanza de ver triunfar en la Europa musical a los candidatos de sus países.

Casi toda Kiev parece sumida en una plácida siesta, vacía por el largo puente del Día de la Victoria sobre la Alemania nazi que se celebra hoy en toda Ucrania, pero el corazón de la ciudad -la céntrica calle Kreschatik- ya no dormirá hasta la gran final del sábado.

A pocos cientos de metros de la plaza del Maidán -en la que se gestó hace tres años una violenta revolución que dio paso a una guerra en el este del país- miles de personas disfrutan de la música en la Villa Eurovisión, un espacio para conciertos, terrazas, ocio, venta de regalos y pantallas gigantes para seguir al minuto el festival.

La seguridad es una de las mayores preocupaciones para los organizadores del festival y también para las autoridades ucranianas, que se han volcado en garantizar que Kiev sea estos días todo fiesta y nada de malas noticias. En las calles aledañas a la Villa Eurovisión, decenas de autobuses con cientos de policías antidisturbios llegados de todo el país aguardan por si fuera necesario intervenir.