La lengua gallega fue muy castigada, podemos decir que fue un mártir de la literatura. La reina Isabel la Católica castigó a Galicia de una forma muy original, desplazando a los nobles gallegos hacia el interior de la península, para que sus puestos fuesen ocupados por los castellanoparlantes del interior.

De esta manera la lengua gallega quedó degollada durante siglos, no apta para la ciencia, la información y la cultura. Y aquí notamos el martirio de nuestra lengua o comunicación informal.

Durante varios siglos conocidos como los años oscuros, los dialectos recobraron mucha más fuerza, surgiendo alguna literatura clandestina.

Así como la Iglesia utilizó la cruz para sus guerras, la lengua gallega también fue utilizada por los políticos para sus guerras, recordemos el nacionalismo.

Con el Rexurdimiento, el galego volvía a recuperar terreno en su tierra, recordemos los cantares de Rosalía de Castro y en el siglo XX, con la democracia, llegó su recuperación o enseñanza en las clases.

En los años 60 cada pueblo o aldea tenía su manera de expresarse. Aquí notábamos los diferentes dialectos, que se aprendían en la calle o entre los cuatro muros junto a la lareira. El dialecto se utilizaba muy seriamente para determinar la identidad de la aldea o pueblo. Por la pronunciación sabíamos perfectamente su procedencia.

Hoy por el envejecimiento se producen muchas defunciones y cada caja fúnebre va abarrotada de palabras que nunca más verán la luz del día y tampoco serán pronunciadas por sus herederos, pues los jóvenes ya hablan el galego de la escuela. Los dialectos están desapareciendo, pero por las tradiciones aún consiguen mantenerse. Cuanto más vieja se hace una persona, más vida le da al dialecto, pues lo utiliza más que otras lenguas.

Así como los arqueólogos buscan y desentierran nuestras raíces, creemos que aún queda mucho trabajo para que los antropólogos investiguen también fuera de Galicia los dialectos que se fueron con nuestros emigrantes.

Los dialectos son el arte de la lengua.