El compostaje doméstico ya es obligatorio en Francia y eso también afecta a O Salnés

Los Concellos tienen dificultades para comprar composteros por la alta demanda de Francia

Un técnico imparte una charla a los vecinos sobre el uso de los composteros individuales, en Cambados.

Un técnico imparte una charla a los vecinos sobre el uso de los composteros individuales, en Cambados. / Iñaki Abella

A.Martínez/ A.Gago

El compostaje es obligatorio en los hogares franceses desde el 1 de enero pasado. Todos los ciudadanos -incluso los que residen en edificios de viviendas- están obligados por ley a clasificar y convertir sus biorresiduos en abono mediante el compostaje. Esto ha provocado un fortísimo aumento de la demanda de composteros individuales, y es uno de los factores que explican que algunos Concellos tengan actualmente problemas para conseguir este tipo de materiales.

El de Vilagarcía, por ejemplo, firmó a finales de noviembre de 2023 un contrato con una empresa especializada en compostaje para la compra de 1.000 depósitos individuales, por un importe total de 66.000 euros. El Ayuntamiento pretendía repartir estos composteros entre los vecinos dispuestos a reutilizar algunos de los residuos que se originan en sus hogares, como cáscaras de huevo, posos de café, o desechos de frutas y verduras. De este modo, la administración municipal pretendía reducir de manera considerable el volumen de basura que termina en los contenedores verdes, y cuyo destino final es la incineración en la planta de Sogama.

Vilagarcía contrató la adquisión de 1.000 depósitos individuales, pero la empresa solo fue capaz de servirle 400

Sin embargo, el 22 de diciembre, el contratista solo entregó al Ayuntamiento de Vilagarcía 400 de los 1.000 composteros prometidos, y ya advertía de que no tenía disponibilidad de los 600 restantes y que no podría entregarlos en el plazo previsto de un mes. Es más, no eran capaces de precisar una fecha de entrega, estimando que no sería antes de cuatro meses.

Apenas dos semanas después, la misma empresa pedía por escrito al Ayuntamiento la rescisión del contrato. Argumentaban, según se explica en la junta de gobierno, que su fabricante tenía dificultades para entregarles el material y que no lo harían antes de abril, “debido a la rotura en unos moldes y al aumento de la demanda de Francia”.

Así las cosas, Ravella rescindió el contrato, pero solo pudo repartir entre sus vecinos 400 composteros (de 300 y 400 litros de capacidad) del millar que había previsto. Para los Concellos, esta situación es delicada porque la legislación les obliga desde el pasado 1 de enero a dar un tratamiento específico a los residuos orgánicos.

Si bien por el momento hay todavía carta blanca, pasados los meses podrían empezar a ser sancionados aquellos municipios que no separen y reciclen la mayor parte de sus desechos orgánicos, ya sea mediante la colocación en las calles del contenedor marrón o de más composteros, tanto individuales como comunitarios.

Huella de CO2

Muchos países se han propuesto reducir la emisión de gases de efecto invernadero, que son los principales causantes del cambio climático. En Francia, por ejemplo, han optado por hacer obligatorio el compostaje doméstico, incluso en los edificios de viviendas.

El compostaje es un proceso natural de degradación de materias orgánicas fermentables, que se produce por la acción de los microorganismos del suelo y de los que están presentes en los propios residuos. El resultado final es un fertilizante muy valorado para los jardines y huertos. La obligatoriedad del compostaje en el país vecino desde el 1 de enero ha supuesto un aumento de los pedidos de este tipo de depósitos, de ahí que algunas fábricas no estén siendo capaces de atender en plazo todos los pedidos, como le ha sucedido a Vilagarcía.

Los Ayuntamientos están obligados a reducir la carga de residuos orgánicos que van a los colectores verdes

En todo caso, esta situación no afecta por igual a todos los municipios de O Salnés. En Cambados, el alcalde, Samuel Lago, explica que a finales del año pasado compraron 200 compostadores individuales y las piezas necesarias para montar otros dos comunitarios, de modo que, “en lo que queda de año no vamos a hacer ninguna compra más”. En A Illa hicieron lo mismo, ya que poco antes de dejar la Concellería de Medio Ambiente, Gabriele von Hundelshausen hizo una compra importante de bidones, y “aún tienen bastantes guardados” a la espera de cedérselos a más vecinos, señala el alcalde, Luis Arosa. También O Grove hizo hace unos meses una compra de composteros, señala el alcalde, José Cacabelos, hasta el extremo de que en esta localidad funcionan ocho de barrio y más de 800 domésticos.

El contenedor marrón

Los Ayuntamientos tienen que adaptar cuanto antes sus sistemas de recogida de la basura para fomentar la reutilización de los restos orgánicos, ya sea mediante el compostaje -fórmula que impulsó durante ocho años la anterior Diputación de Pontevedra- o con el contenedor marrón y llevando los residuos a la planta que construyó la Xunta en Baión.

Vilagarcía prevé colocar en breve los primeros contenedores en negocios de Rubiáns, y O Grove ha empezado con los restaurantes.

A Illa reactiva la campaña de compostaje doméstico

Dos décadas después, A Illa mantiene todavía activo el programa Life que significó la entrada del compostaje en el municipio. Con más de 400 composteros repartidos por viviendas unifamiliares, el Concello ha decidido reactivar el plan de compostaje doméstico. Así, aquellas personas usuarias de la campaña que poseen un compostero facilitado por la administración municipal en su día, están siendo contactadas para realizar una visita de seguimiento y control de funcionamiento. Durante la cita, los usuarios podrán consultar todas las dudas referidas al proceso de compostaje para mejorar su producción y la calidad del abono que generan. Los “mestres composteiros” se van a desplazar a los domicilios para supervisar que todo funcione correctamente.

Desde el Concello recuerdan que los composteros deben estar situados en el exterior de la vivienda, en una zona sombreada y protegida de las inclemencias meteorológicas, preferiblemente bajo un árbol de hoja caduca y en contacto directo con la tierra para facilitar la entrada de los microorganismos descomponedores. Insisten desde el Concello que el objetivo es que la autogestión de la materia orgánica “se erija como una práctica habitual, dadas sus incuestionables ventajas ambientales, económicas y sociales”.

El Plan Life en A Illa se implantó en 1999 en el marco de un programa europeo que permitió la instalación de decenas de composteros. Su buen funcionamiento permitió que la UE premiase a A Illa por su esfuerzo. Sin embargo, el proyecto fue decayendo hasta que, hace aproximadamente una década, el Concello decidió volver a recuperarlo ofreciendo incentivos a todos aquellos que compostaban correctamente. Entre esos incentivos, se encontraba un descenso en la tasa de recogida de basura. Ahora, el Concello quiere volver a impulsar un sistema que le permite reducir, de forma importante, las toneladas que el municipio envía a Sogama.

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