Complejo relevo generacional

La falta de miembros jóvenes para la causa no mengua el orgullo de los voluntarios

Un relevo generacional difícil de conseguir

Un relevo generacional difícil de conseguir / Diego Doval

Complejo relevo generacional

Nada más entrar al edificio de Campaña se puede ver una pared en la que lucen con nombres y apellidos las fotografías de los integrantes de la asociación Amigos del Belén de Valga. Auténticos héroes y heroínas de la consecución de un hito que ha hecho que miles de personas descubran no solo el nacimiento más grande de Galicia, sino también la localidad.

Del mismo modo que surge el reconocimiento inmediato a una labor voluntaria que roza los 30 años, asalta la preocupación acerca de un relevo generacional que preocupa incluso a los propios miembros de la asociación.

“La verdad es que está costando que entre gente joven” o “ahora no parece que haya nadie dispuesto a trabajar gratis”, son solo algunas de las frases que se escuchan mientras nadie deja de atender sus tareas. Y es que apenas una de las fotografías que lucen en esa pared de valientes pertenece a alguien que no supere o se acerque a los 50 años de edad.

Dejando al margen un futuro incierto, el presente solo refleja el mérito y las sensaciones que le reporta tanta implicación y perseverancia. María del Carmen Castiñeiras tiene muy claro que “ya no sabemos si es una costumbre o un orgullo, pero sí lo vemos como un deber y una satisfacción enorme. Todo lo que nos aporta es positivo”.

Incluso pone en valor la presidenta de la asociación valguesa que “la unión que mantenemos los vecinos trabajando juntos es algo que no es nada fácil de conseguir”. Una afirmación que es todavía más contundente en tiempos en los que las nuevas tecnologías dejan los encuentros físicos en un segundo plano.

“La mayoría nos mantenemos desde el principio y aquí seguimos. Y cada año con más ganas de seguir haciéndolo un poco mejor porque también lo disfrutamos y nos relajamos con ello”. Muchos de estos voluntarios se incorporan a los quehaceres del belén nada más terminar su jornada laboral y otros, son los primeros en abrir la puerta, dada su condición de jubilados. Todo un taller de entrenamiento cognitivo en forma de figuras, circuitos y maderas que les ayuda a sentirse más vitales.

Mención aparte merece la satisfacción que supone el encontrarse con enormes hileras de gente esperando para poder ver su creación cada Navidad. Apunta Castiñeiras que “es una satisfacción muy difícil de explicar. Que tanta gente quiera visitar el belén y valore tanto trabajo es el mejor reconocimiento que nos pueden hacer. Aquí viene gente de León, de Madrid, del País Vasco... que quieren ver lo que conseguimos y eso te obliga moralmente a seguir porque sabes que es algo bueno para Valga”.

De momento, todos los esfuerzos están puestos en una edición que volverá a ser reclamo de muchos y obra de unos pocos. Personas que hacen de la implicación más artesana un elemento diferencial que solo cuenta con un infinito presupuesto de intangibles.

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