Javier Cal y Manuel López, a salvo de los bombardeos en Israel tras llegar con el baloncesto como pasaporte

Javier Cal, vecino de Vilalonga, y el tudense Manuel López vivían en el país hebreo desarrollando su labor en el Hapoel Beer Sheva | El club los trasladó a una ciudad más segura antes de encontrar un vuelo ayer a Lisboa

Javier Cal y Manuel López, ayer, en el aeropuerto de Beer Sheva. |  // FDV

Javier Cal y Manuel López, ayer, en el aeropuerto de Beer Sheva. | // FDV / Diego Doval

Javier Cal y Manuel López son dos jóvenes gallegos, de Vilalonga y Tui respectivamente, que han vivido en primera persona la situación generada en Israel debido al ataque terrorista de Hamas el pasado sábado y todas las consecuencias derivadas. Ambos, profesionales del baloncesto, desarrollaban su labor como entrenador de formación y preparador físico del primer equipo en el Hapoel Beer Sheva, ciudad en la que vivían hasta hace escasas horas si saber si algún día podrían volver.

Afortunadamente, ayer mismo pudieron aterrizar en Lisboa donde les esperaban sus familias después de pasar las horas de más tensión de sus vidas tras un ataque que sorprendió a todo Israel, una población acostumbrada a los protocolos de actuación en caso de bombardeos.

Javier Cal, durante uno de los entrenamientos

Javier Cal, durante uno de los entrenamientos / Cedida

Javier estaba descansando en su apartamento en Beer Sheva, a solo 41 kilómetros de la frontera con Gaza, “cuando empezaron a sonar las alarmas y pensé que eran ambulancias yendo al hospital como muchas veces”. Sin embargo, la preocupación apareció de lleno poco después “escuché una explosión porque un misil fue explotado por la Cúpula de Hierro y otro fue desviado a una zona deshabitada muy cerca del pabellón del equipo. Sonó otra alarma y me metí en el búnker que tenemos en el edificio”.

Siete personas en el búnker

Allí pasó el joven entrenador las primeras horas tratando de enterarse de lo que estaba sucediendo. “En mi edificio hay muchos estudiantes, pero como no empezó el curso solo estábamos 7 personas en el búnker. Muchas otras no van al refugio. Allí estuvimos entrando y saliendo hasta durante más de 5 horas y a partir del mediodía se calmó todo”.

Javier Cal durante una comida con amigos en Israel

Javier Cal durante una comida con amigos en Israel / Cedida

A Manuel, quién se titulo como entrenador de baloncesto en el CIFP Fontecarmoa de Vilagarcía, las alarmas le cogieron en Rishon, muy cerca de Tel Aviv. Allí había ido a casa de unos amigos a disfrutar del sabbat, día libre de trabajo para los judíos, y fue allí donde se precipitó todo. “Normalmente te avisan, te dan medidas de seguridad, pero en este caso no avisaron porque no se preveía ningún ataque. Me pilló por sorpresa, fue un shock, pero ya había vivido las alarmas cuando se lanzan misiles desde Gaza y sabía las medidas de seguridad. Bajé a la primera planta del edificio y nos refugiamos debajo de las escaleras. No fue necesario ir al búnker”, apunta el preparador físico que ya empezaba su cuarta temporada en las filas del Hapoel Beer Sheva, de la primera división israelí de baloncesto.

En autobús hasta Elad

Una vez el club pudo trazar una hoja de ruta se puso en contacto con todos sus trabajadores extranjeros. Apunta Javier Cal que “a las cuatro de la tarde nos dijeron que saldría un autobús hacia Elad, uno de los sitios más seguros de Israel. Estábamos relativamente tranquilos porque iríamos a uno de los sitios más seguros del país y la efectividad antimisiles de la Cúpula de Hierro es altísima”.

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Al contrario que en experiencias precedentes, la preocupación en Israel es mucho mayor. La incertidumbre por el ataque inesperado pesaba en el ánimo de los amigos de Manuel y Javier. Señala este que “hay muchísimas personas muertas y no hay la tranquilidad que había. La gente aquí se une y se implica mucho y están donando sangre, se alistan y hay mucha consternación. A casi todos les ha tocado una muerte cerca estos días. Está siendo muy duro y sufrimos mucho por toda la gente que queremos aquí”, señala Javier después de poco más de un año en el país judío. Lo único que desea ahora Manuel López “es que se termine el conflicto. Luego ya se verá si podemos volver a realizar nuestro trabajo en el club. La población está muy preocupada. Las competiciones se han suspendido, pero eso ahora es lo de menos. Lo que más me preocupa es que no se siga haciendo más daño”. A la espera de como evolucionen los acontecimientos, Javier y Manuel esperan ya en sus casas el poder recuperar la felicidad en Israel.

A Manuel López la decisión del club le cogió a una hora de viaje en coche de Beer Sheva. “Cogí el coche y me fui para llegar a tiempo para coger el autobús. Cuando el club nos lo comunicó ni me lo pensé. Por suerte no hubo problema por la carretera y pude llegar a tiempo. Fui al apartamento cogí el pasaporte y cuatro cosas sin saber qué pasaría y si podríamos volver alguna vez allí, pero sabía que Elad era el lugar más seguro aunque la sensación es que la situación podía empeorar en cualquier momento”.

Manuel López durante su trabajo de preparador físico

Manuel López durante su trabajo de preparador físico / Cedida

Tres años en Israel

No era la primera vez que se desplazaban a Elad con un protocolo contra los ataques aéreos de Hamas, pero nunca con tanta incertidumbre. Sostiene el de Tui que “nos llevan siempre a un hotel en el centro de la ciudad. Allí ya estuve varias veces en los más de 3 años que llevo en Israel, pero siempre había mucho movimiento de gente en la ciudad. Esta vez no había nadie y me preocupé un poco más”.

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Los dos jóvenes gallegos pronto se pusieron en contacto con sus respectivas familias. Afirmaba Javier Cal que “yo les tranquilizaba, pero además mis padres ya estuvieron en Israel el año pasado conmigo. Llegaron justo después de un problema religioso en el que también hubo un protocolo y vieron que era muy seguro todo. Se preocupan mucho del extranjero y se vive muy bien aquí. Por el clima y por la calidad de vida. La seguridad es altísima, tanto que para ir a un centro comercial tienes que pasar un anillo de seguridad”. Manuel López reconoció que “en mi casa saben que Israel es muy seguro, pero las imágenes que se estaban viendo en la televisión eran muy duras. Les calmé, les dije que no estaba en la zona de los enfrentamientos más graves y que estaba bien, pero les pedí que no viesen la tele ni las noticias. Yo les informaría”.

A ese refugio en forma de hotel llegaron sobre las 20.00 horas del sábado, pero totalmente impactados después de ver las imágenes de la masacre que causó el ataque terrorista de los milicianos de Gaza con alrededor de 260 jóvenes asesinados en un festival de música electrónica. “Israel es un país pequeño y fue muy duro ver las imágenes y saber después que amigos nuestros tenían conocidos entre las víctimas”, apunta el joven de Vilalonga.

Javier Cal y Manuel López con un compañero del Hapoal

Javier Cal y Manuel López con un compañero del Hapoal / Cedida

El regreso a casa

Tras casi dos días a la espera de que el club pudiese encontrarles un avión de vuelta a casa, ambos decidieron volver a Beer Sheva tras hablarlo con el Hapoel. “Queríamos estar lo más cerca posible del aeropuerto y, en caso de conseguir el vuelo, salir del país lo antes posible”, cuenta Manuel López.

Fue en la tarde del lunes cuando supieron que podrían volar hasta Lisboa en la tarde de ayer. “Nos pusieron un taxi para llegar al aeropuerto y pasamos el control de seguridad 7 horas antes de embarcar. En el aeropuerto todo fue muy tranquilo, no como el día anterior que era todo un caos”, coinciden.

Remarcando lo agridulce de la situación por dejar atrás a muchos amigos en estado de guerra y sin saber si podrán volver a un país que tan bien los acogió, ayer pudieron reencontrarse con su familia.

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