San Roque 2023 - Miles de personas se empapan en el día grande de las fiestas
Vilagarcía se humedece para mostrar su versión más desenfrenada
La Festa da Auga vuelve a reunir a miles de personas sedientas de celebración | El Freddie Mercury vilagarciano fue el pregonero de esta edición
Vilagarcía volvió a lanzarse a la calle para honrar a San Roque. El día grande que cada año vive la ciudad se convirtió, una vez más, en una alegoría al sentimiento más puro en cuanto a la identidad de sus vecinos. Un estado de ánimo que se expresa en un momento, concretamente en ese mismo tiempo en el que la talla del santo sale de la iglesia parroquial de Santa Eulalia hasta llegar a la capilla de San Roque. Todo lo demás es fiesta en la que cada uno se pone sus propios límites.
Como siempre, la larga noche da paso a la espera. Se trata de una especie de vuelta a la calma al son de músicas que suenan en cualquier lugar. Tanta euforia desparramada va dando lugar al respeto a medida que se acerca la hora de no perderse la aparición de San Roque. La multitud va aproximándose a la iglesia parroquial para ubicarse, pero solo los vilagarcianos son capaces de sentir lo especial del instante. Esa emoción que se transmite entre generaciones y que perdura cada 16 de agosto, año a año y vida a vida.
Dentro de la iglesia se viven los preparativos con orgullo, responsabilidad y mucha sensibilidad. La talla de San Roque descansa sobre los listones a la espera que el reloj marque las 11.45. La hora mágica en la que el recogimiento del templo pasa a convertirse en la manifestación del vilagarcianismo auténtico, el de raíz. Una emoción a flor de piel que se dispara cuando, a modo de telón del mejor escenario posible, se abren las puertas de la iglesia y el patrón de la ciudad es recibido en loor de multitudes.
En entonces cuando el respeto solapa al desenfreno, casi como si se parara el tiempo. No hay fiesta de San Roque plena si no se acompaña al santo al ritmo del pasodoble “Triunfo”. Allí están siempre, en el momento más vilagarciano que existe, los representantes de la peña Os Gloriosos, la Banda de Música, los integrantes del Os Ingleses Rugby Club y el emblemático Carlos Guerrero. Nadie falta porque solo se espera a los que quieren estar. Todos ellos en una sola piña para marcar el ritmo de la procesión que se abre el paso entre la marea humana desbordante de vítores, júbilo y confeti.
La llegada a la capilla del barrio de San Roque se convierte en una ceremonia que impresiona. Antes de que la talla descanse en su interior hasta emprender el camino de vuelta en la procesión vespertina, el himno gallego se canta en voz de más de 30.000 personas a pie de calle mientras en los balcones preparan mangueras, cubos y tinajas a la espera de que el protocolo de paso a la anarquía más húmeda que existe.
Francisco García ejerció de pregonero de esta edición de la Festa da Auga imbuido en el personaje de Freddie Mercury de la cabeza a los pies. Él fue el que lanzó el primer cubo y ya todos asumieron el “Don’t stop me now” a la hora de empapar y empaparse. No faltó el “Friends will be friends” propio de la exaltación de la amistad, pero sobre todo el “The show must go on”. Y siguió, y bien que siguió en calles, plazas y bares.
A Baldosa, O Castro, Méndez Núñez, Praza de Galicia... Cualquier lugar era bueno para refrescarse, por dentro y por fuera, como si no importase nada más que disfrutar. Todo ello en medio de un ambiente cómodo y con espacio para todos. Para los que habían querido descansar antes de dar la bienvenida al santo como para quienes apelaron a aquello de que hasta que el cuerpo aguante.
El barrio de San Roque hizo caer los primeros litros desde las casas para luego dar rienda suelta al líquido elemento y ya no faltó de nada. Desde trajes de neopreno hasta chubasqueros, pasando por nuevas tendencias a modo de gafas, camisetas de grupos o pequeños santos artesanales en una particular procesión en la fiesta del todo vale. Incluso Freddie Mercury volvió a aparecer subido a las barras de los lugares de mayor concentración, pero ya sin pregón. Solo escenografía al ritmo de “Queen” que era jaleada por todos.
A la armonía reinante a plena luz del día también se quiso sumar el calor. Estar mojado era más que una convicción, casi una obligación. Hasta los más pequeños disfrutaban “armados” con pistolas y globos de agua en una sesión del 16 de agosto que continuó sin incidentes reseñables. Cada uno podía estar donde quería estar, rodeando de quien desease y marcando el ritmo de su celebración, alguno mucho más recomendable que otros, dicho sea de paso.
A medida que la tarde fue llegando las masas se fueron dispersando. A un ritmo lento, la mayoría semidesnudos y con dificultades para mantener un rumbo firme. Otros seguían probando la capacidad de sus gargantas y prácticamente todos haciendo esfuerzos ímprobos para sostener la pesadez de sus párpados, pero ya perdiendo el protagonismo en favor de la tranquilidad de los paseantes y los que esperaban la procesión para volver a encontrarse con San Roque en un escenario más ceremonial y propio del rigor religioso.
La Festa da Auga ya espera una próxima edición mientras Vilagarcía encara la recta final del homenaje anual a su patrón.
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