Los "patitos feos" del río O Con evolucionan favorablemente
Dos meses después de haber sido rescatados, su estado de salud es inmejorable
El 3 de abril un buen número de vilagarcianos eran testigos de una triste escena en el río O Con, donde ocho patos recién nacidos que habían sido abandonados por su madre trataban de sobrevivir al frío, la corriente, el hambre y las gaviotas.
Una vecina, Andrea Costa, no dudo en intervenir y bajó al cauce fluvial para rescatar a aquellas crías. ¡Ya solo quedaban seis con vida! Estaban tan débiles que aquella misma noche murieron tres.
¿Qué ha sido de los tres supervivientes? Pues que viven a cuerpo de rey en la finca del padre de su rescatadora y no dejan de ganar peso y tamaño.
Andrea Costa es una joven vilagarciana que hace justamente dos meses se hizo popular en la comarca cuando FARO DE VIGO contó que había salvado a unos patos recién nacidos que, abandonados a su suerte por su madre, en el río O Con, estaban condenados a una muerte segura.
Eran ocho parrulos que tenían las horas contadas, de ahí que en cuestión de minutos desaparecieran dos de ellos, atacados por las gaviotas que, desde los muros del pazo y el convento de Vista Alegre, observaban a los seis restantes para decidir cuál sería su siguiente bocado.
Ratas y otros peligros
Unos pequeños patos que, tiritando de frío, se acurrucaban en la orilla del río, del que no podían salir, en una zona donde además de las gaviotas hay a diario una buena cantidad de patos adultos, ratas y otros peligros.
De ahí la decisiva intervención de Andrea Costa, que no dudó en bajar al fango, y nunca mejor dicho, para rescatar a los seis patos que en aquellos momentos, y no por mucho tiempo, aún estaban con vida.
Murieron tres en casa
Se los llevó a casa, les dio calor y los alimentó con mimo, pero no pudo evitar que aquella misma noche murieran tres.
Aunque pensaba que los otros tres correrían la misma suerte, Andrea Costa y su padre se esforzaron al máximo para tratar de evitarlo, tratando de dar a aquellas crías todo cuanto necesitaban para salir adelante.
Lo hicieron en casa del padre de Andrea, ya que dispone de un extenso huerto y de un corral en el que tiene gallos y otros animales.
No dejan de crecer
Fue allí donde los tres “patitos feos” salvados el río O Con superaron los primeros y críticos días para empezar a cobrar fuerzas y a crecer.
Tanto que aquellos tres animales de solo unos gramos de peso que Andrea Costa sujetaba en sus manos durante los primeros días –uno amarillo y dos negros–, ahora ya no caben entre sus brazos y campan a sus anchas viviendo a cuerpo de rey.
Con lugares en los que bañarse
Disponen, incluso, de tres “piscinas”, en las que nadar o refrescarse cuando les apetece.
Al igual que tienen a su alcance todo el alimento que precisan sin necesidad de pelearse con otros patos salvajes ni competir con cormoranes y ratas como los que frecuentan la desembocadura del río O Con en la que fueron encontrados y salvados hace dos meses.
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