Mirador de Lobeira

Votar, un derecho, no una obligación

Votar, un derecho, no una obligación

Votar, un derecho, no una obligación / Antonio Touriño

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Quizá no sea el momento de reivindicar el cuarto juzgado de Vilagarcía, tampoco la autovía desde Curro a la capital y mucho menos una terminal de trasatlánticos. Queda justo una semana para la cita electoral y todo se puede entender en el sentido menos laxo. Es hora de pensar también en los que cierran la boca pero no otorgan.

Porque el silencio también tiene un claro matiz de preferencia política pues callarse es a veces sinónimo de rebeldía, también de educación, que siempre convendría poner en valor, más que nada porque tiene un significado en sí mismo.

Es necesario acordarse a estas alturas de campaña, de aquellos que se quieren abstener, porque se lo han pensado tantas veces. No tenerlos presentes es poco más o menos que un disparate, uno de los más bochornosos despropósitos que se comete en todas las elecciones.

Basta de creer que son unos vagos, unos dejados o unos conformistas. No es cierto que se van a la playa o que prefieren jugar con la play station, ver el fútbol o una mala película de vaqueros,. A lo mejor, el mensaje de los políticos no les ha calado, no les ha llegado ni al córtex cerebral.

Merecen un respeto, que se hable de ellos y para ellos, que se tenga en cuenta que ha habido fallos que a su juicio pueden resultar imperdonables. Y es que no acudir a las urnas puede ser sinónimo de castigo al mal hacer de los gestores, no siempre desidia, maldad o despreocupación.

Sepan que la abstención es un derecho tan válido como el de votar. También presentar una papeleta en blanco o convertirla en nula es otra opción legitimada. Son muchas las formas de reaccionar contra el establishment y esa es una de ellas, igual de respetable, al mismo nivel que una huelga o una manifestación. No les ninguneen.

Pero sobre todo debe invitar a una reflexión, porque habrá que tener en cuenta que representan a uno de cada tres electores, lo que no está nada mal en estadística simple.

Faltan mensajes explicativos, obviamente porque no convienen en estos momentos en el que se trata de cautivar a la parroquia de cada uno, de evitar que el voto real se desplace a otras izquierdas o a otras derechas. Quien se abstiene es un ciudadano más, que paga sus impuestos, que cumple con sus obligaciones, que necesita servicios y que usa las infraestructuras.

Debería pensarse en que son muchos los que toman esa opción, que voluntariamente desconfían del resultado final de las elecciones, del recuento a través de la Ley D¨Hont, del incumplimiento de promesas. De tantas y tantas cosas que han ocurrido desde aquel 1979 en que se convocaron las primeras Municipales.

Toca también pensar en ellos. No es una minoría rampante ni anarquista en el más estricto sentido aquel de “Ni dios, ni patria, ni ley” que muchos gritaban en los estertores de Franco.

Aunque no lo quieran, merecen que alguien les represente en las instituciones, aunque ellos opten por un silencio que atruena en todas las convocatorias.

Las empresas demoscópicas deberían tenerles en consideración. Su inacción tiene una repercusión esencial en cada cita. No les condenen al ostracismo. Convénzanlos en esta semana.

Suscríbete para seguir leyendo