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Las grapas del puente de Santa Marta

Las grapas del puente de Santa Marta

Las grapas del puente de Santa Marta / Antonio Touriño

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Solo hay que buscar sinónimos de grotesco para definir el colapso del modernista puente de tirantes de Santa Marta, construido a la moda de hace 16 años (años, no siglos) para aliviar la presión del medieval de de Os Padriños en Pontearnelas. Un verdadero desastre en la tierra de Valle Inclán quien, no cabe ninguna duda sobre ello, atusaría sus barbas de chivo si alguien le habla de este esperpento de ingeniería, una mole de hormigón sujeta por unas barras de hiero mal amarradas con grapas sin tratar contra el óxido, ¡vaya panorama!

Cualquier calificativo sobre la situación del viaducto es demasiado suave. No solo es una burla a la inteligencia sino que es una estafa en toda regla, de esas que deberían perseguir los juzgados y tener severas consecuencias penales.

Las explicaciones inmediatas de las empresas que se lucraron con el proyecto así como de las administraciones que se cubrieron de gloria al contratar esta obra, deberían conocerse ya. Y también la de aquellos que se comprometieron a revisar todos los puentes de Galicia, después de que se desplomara el viaducto de la A-6 y dijeran que no querían otro susto como aquel.

No basta con el argumento de que no haya habido daños personales o de que lo único que está en peligro ahora mismo es ese mamotreto de hormigón que de un momento a otro puede desmoronarse sobre el Umia.

Que haya habido suerte, en absoluto exime de responsabilidades, ni mucho menos, porque miles de conductores han estado en riesgo un día antes, una hora antes o un minuto antes al cruzar por esa plataforma de plastilina ondulada. Pudo pasar un bus escolar, el autocar de línea, el camionero, un taxista o un ciclista y habría habido una desgracia. Y eso no podía ocurrir, simplemente, porque estaban avisados de que los puentes necesitan mantenimiento.

Lo saben y de hecho hace muy pocos meses que hubo alguna inspección como la que se realizó en el puente de dos kilómetros de A Illa.

También porque hace poco más de un mes, una asociación como Apatrigal advirtió de que los pilares del histórico puente romano de Pontecesures se caen a pedazos. Son avisos a navegantes para eitar lo del viaducto de la A-6 o yendo más lejos a los 30 muertos del puente de Génova.

Ahora solo quedan dos soluciones, la más evidente es el apuntalamiento, primero, y el derribo y reconstrucción, cueste lo que cueste, porque ha quedado demostrada su necesidad y porque el puente de Os Padriños, ese en el que se oficiaba el llamado bautizo prenatal, debe ser preservado a toda costa.

La otra opción esperar –como dirían los creyentes– a otro milagro de Santa Marta similar al ocurrido el pasado lunes cuando, como buena abogada del oído, aguzó el de un peregrino que escuchó el crujido emitido por el puente al resquebrajarse y sirvió de aviso del riesgo inminente.

La otra posibilidad es invocar o rezarle a un ingeniero de caminos, canales y puertos, aunque esto, a día de hoy, parece poco o nada recomendable. Habrá que preguntar al ChatGPT.

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