Entrevista | Jorge Martínez-Vázquez Miembro de la Real Academia Galega de Ciencias

“En Vilagarcía hay que elaborar un plan, saber qué tenemos y hacia dónde queremos ir”

El reputado economista vilagarciano apuesta por elaborar una estrategia para garantizar el progreso en la ciudad

Jorge Martínez-Vázquez a su paso por la delegación de FARO DE VIGO en su ciudad natal.  | // I. ABELLA

Jorge Martínez-Vázquez a su paso por la delegación de FARO DE VIGO en su ciudad natal. | // I. ABELLA / Diego Doval

El reconocimiento suele ser fruto de una trayectoria de merecimientos. Cuando esa línea de valores llega a impresionar más incluso que la vitrina de galardones, entra en juego el concepto de excepcionalidad. Uno de esos casos es el de Jorge Martínez-Vázquez. Maestro en ingeniería económica a nivel mundial, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Vigo, profesor emérito de la Universidad de Georgia (Atlanta) y consultor, entre muchísimos gobiernos del planeta, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, entre una infinidad de asesoramiento y docencias.

– Una extensa trayectoria en la economía desde su Vilagarcía natal.

– Sí, concretamente de A Lomba, al lado del campo de fútbol. Yo de pequeñito jugaba en el Bosque dos Desamparados. Luego nos mudamos al jardín de la iglesia, la plaza de España ahora. Estudié en el colegio León XIII. Había una escuela primaria en la plaza de España con don Faustino como maestro y después bachillerato por libre en el León XIII y el PREU.

– Y a partir de los 18 años amplió sus horizontes.

– Me fui a Barcelona con ganas de estudiar Economía, pero me dio el ánimo de que podía también hacer Derecho porque las facultades estaban una al lado de la otra con el Palacio de Pedralbes en medio. Iba de facultad en facultad e hice las dos carreras, pero como me aburría en los veranos (risas) me puse a hacer Ciencias Políticas en Madrid en la Complutense. Hice las tres carreras a la vez.

Tras 50 años en Estados Unidos, se siente muy vilagarciano.  | // IA

Tras 50 años en Estados Unidos, se siente muy vilagarciano. | // IA / Diego Doval

– ¿Le quedaba tiempo para algo al margen de los estudios?

– Sí sí… Llevaba una vida bastante normal. Vi que eran carreras que se complementaban entre sí. La Economía tiene cosas de Derecho y viceversa. Luego Ciencias Políticas es una visión de las instituciones económicas. Son tres esferas de la misma galaxia entre las que hay mucha conexión.

– En 1973 apareció la beca Fulbright y se le abrió una puerta para seguir evolucionando mucho más allá. Ni más ni menos que en Estados Unidos.

– Exactamente. Empecé a trabajar en la Universidad de Barcelona de profesor asistente. También estuvo en el servicio de estudios del Banco de España, pero empecé a pensar que si quería realmente saber de economía y poder investigar sobre ello, tenía que hacer un doctorado. Y las mejores universidades del mundo estaban en Estados Unidos. El problema fue que, de niño, nos enseñaron francés y latín. Entonces tuve que estudiar inglés en el Instituto Norteamericano de Barcelona y, una vez que tuve un nivel bueno de inglés, me apliqué y me dieron una beca Fulbright. Una beca muy prestigiosa que te abre muchas puertas. Me contactaron de varias universidades norteamericanas. Consulté, miré y me decidí por la Washington University en Saint Louis, en el Estado de Missouri. Saqué el doctorado y decidí quedarme un par de años en Estados Unidos para publicar artículos en libros y revistas. Me fue yendo bien y empecé a tener más contactos, pero quise volver a España.

El matemático Francisco Marcellán, el economista Jorge Martínez-Vázquez y el físico Juan Ramón Sanmartín, nuevos miembros de la Real Academia Galega de Ciencias.

El matemático Francisco Marcellán, el economista Jorge Martínez-Vázquez y el físico Juan Ramón Sanmartín, nuevos miembros de la Real Academia Galega de Ciencias. / FDV

– ¿Qué fue lo que le frenó?

– Básicamente que las condiciones de trabajo eran muy malas. Como un 5% o un 10% del salario, sin futuro, sin estabilidad, sin relaciones profesionales. Entonces decidí quedarme allí. Me casé, hice vida… Pero siempre estuve en contacto, primero con Vilagarcía, y con Galicia y con España. Me relacioné con gente de las universidades gallegas, he sido director de redes de investigación en la Universidad de Vigo y tengo el privilegio y el honor de que me nombraron Doctor Honoris Causa. Incluso desde la Georgia State University, en Atlanta, me contactó la Fundación Rafael del Pino desde Madrid y me dijeron que querían establecer un programa de formación para jóvenes profesores españoles. Y durante 17 años tuve una escuela de verano que organizaba en Atlanta a la que vinieron cerca de 400 profesores españoles. Esa era la condición de la Fundación Rafael del Pino para fomentar el avance de la universidad española. En formación también estuve en Madrid durante un año en la Universidad Carlos III, también en el Instituto de Estudios Fiscales. Y ahí también amagué un poco a la hora de quedarnos en España. Fue en 2008, pero ya estaba muy establecido en Atlanta. Había fundado el Centro de Políticas Internacionales y conseguimos muchos proyectos a nivel mundial, en muchísimos países.

– Se puede decir que lo suyo en la docencia fue una alegoría al llamado sueño americano cumplido.

– La idea era sacar el doctorado y adquirir un nivel de conocimiento y experiencia para poder investigar, pero para poder volver a España y poder aplicarlo en la universidad. Yo tenía compañeros en la Universidad de Barcelona que me apoyaban para volver, pero las condiciones eran las que eran.

Ha sido una trayectoria intensa y me gusta trabajar, pero lo más importante en la vida para mí es la familia

– Más de 25 libros, más de un centenar de libros publicados, decenas de tesis bajo su criterio… ¿Hay algo que le quede por hacer en el planeta económico?

– Sí, siempre se puede alcanzar más. Ha sido una trayectoria intensa y me gusta trabajar, pero lo más importante en la vida para mí es la familia. Tampoco he sido un alocado del trabajo. Hay que equilibrar las cosas. Cuando mis alumnos me preguntan cómo hago para poder ir haciendo tantas cosas siempre le digo lo mismo, que el secreto es la disciplina y el ser metódico. Es como pintar o escribir. Todos los días hay que ponerse delante del ordenador o del lienzo y, a veces, no hacer nada, pero tener la sensación de que hay un tiempo diario que se dedica a ello y, poco a poco, todo va saliendo adelante. Hay gente que entiende el progreso como inspiraciones repentinas, que viene y se va, pero la llave de todo es la continuidad, la perseverancia y la disciplina. Una vez que empiezas, tienes relaciones, conoces a gente, se van tejiendo redes y todo va evolucionando.

El economista y su esposa fueron recibidos en Ravella por el alcalde Alberto Varela y la concejala Sonia Outón.

El economista y su esposa fueron recibidos en Ravella por el alcalde Alberto Varela y la concejala Sonia Outón. / FDV

– Después de tanto prestigio internacional adquirido, ha sido nombrado esta misma semana nuevo miembro de la Real Academia Galega de Ciencias. ¿Qué supone para usted?

– Es un gran honor. Ver la gente que forma parte de la Academia es impresionante. Personas que han aportado mucho a muchas ciencias, a expandir el conocimiento… Para mí, que he sido premiado con ello, es especial porque es Galicia. Nunca me he sentido emigrante porque pese a estar fuera nunca he salido de aquí. He venido todos los años, a veces tres o cuatro veces al año. En viajes que tuve a Rusia, por ejemplo, paraba en Vilagarcía a ver a mis padres, tengo piso, tengo un hermano aquí, otro en Domaio, también en Madrid… Pero mi familia, mis hijos, hablan español. Mis ocho nietos vienen cada verano aquí. Me siento más ciudadano del mundo. Me tocó trabajar en Estados Unidos, pero me siento arousano de raíz y español. Eso para mí es algo curioso porque llevo en Estados Unidos mucho tiempo, pero soy de aquí.

Me tocó trabajar en Estados Unidos, pero me siento arousano de raíz y español

– Ha trabajado en la reforma fiscal de muchos países y es asesor del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. ¿Sigue usted al pie del cañón?

– Sí, eso es continuo. Sigo trabajando con esas entidades, también con el Banco Interamericano de Desarrollo. Con el Banco Mundial estoy trabajando ahora en Brasil introduciendo un programa de transferencias fiscales a los Estados para conservar la Amazonia y estoy haciendo lo mismo en India.

– Su presente parece entonces muy enfocado hacia el cuidado del medio ambiente.

– Me he enfocado en ello en los últimos 3 o 4 años. Es un tema de mucha actualidad y es una confluencia de muchísimos factores. Mi experiencia y mi conocimiento está en la materia fiscal. En reformas tributarias, el uso de los impuestos, la adecuación de los ingresos y su uso efectivo, pero sobre todo la descentralización fiscal y el gobierno multinivel. El problema es que en todo este armazón institucional de los gobiernos y de sus políticas fiscales también está el problema del cambio climático. Y no hay una coordinación en estos gobiernos en muchos países para luchar contra el cambio climático. Eso ha saltado como una oportunidad para utilizar mi conocimiento con este objetivo que es algo nuevo para mí.

En todo este armazón institucional de los gobiernos y de sus políticas fiscales también está el problema del cambio climático

– De todas esas reformas fiscales que ha llevado a cabo, ¿destacaría alguna en particular?

– La más grande para mí fue la reforma fiscal en Rusia. Hubo una misión allí del FMI y del Banco Mundial el 10 de enero de 1992. La Unión Soviética se disolvió el 20 de diciembre de 1991. En tres semanas estábamos allí. Hubo un gran proyecto del Departamento de Estado Norteamericano de más de 30 millones de dólares que gané para mi universidad. En principio se adjudicó a la Universidad de Harvard, pero hubo un escándalo de malversación, se abrió nuevamente a concurso y la ganamos. Allí, en Rusia, estuvimos desde 1992 a 2001. Fue durante toda la época de Boris Yeltsin y hubo una gran esperanza de cambio hacia un país democrático, europeo y moderno, pero todo falló.

– ¿Qué pasó entonces?

– Falló por la inercia del zarismo y el creer en el poder absoluto. Algo similar a lo que está sucediendo ahora con Vladimir Putin que es una vuelta al estalinismo y al zarismo. Es una tradición histórica rusa y salir de ese corsé es muy difícil.

Junto a todos los miembros de la Real Academia Galega de Ciencias.

Junto a todos los miembros de la Real Academia Galega de Ciencias. / FDV

– ¿Cuál es su opinión de la guerra de Ucrania?

– Mi manera de interpretarlo es que Putin ha despertado estos deseos históricos de la Rusia Imperial y se ha apoyado en ello. Después está la complejidad de que Ucrania, donde trabajé mucho y comprobé que es un país muy complejo. Muy europeo hacia el Oeste, pero toda la parte del Este del país era muy rusa en todo. Eso ha sido un problema complejo, que tampoco pudo manejar el gobierno ucraniano. No se logró que las nacionalidades pudiesen convivir como aquí las Autonomías. No se consiguió y trabajamos mucho en un sistema de dar más autonomía a las partes, pero eso no es una excusa para justificar una invasión bárbara injustificable.

Voy a estar activo mientras pueda porque es lo que me mantiene joven

– Está usted con un cerebro privilegiado a sus 75 años, pero entiendo que su nivel de trabajo e implicación en proyectos ya no es el que era.

– Pues no, todo lo contrario. Me jubilé de la Universidad de Georgia State University el año pasado después de más de 40 años como profesor. No doy clases, no dirijo tesis, y no tengo que ir a comités. Ahora tengo todo el tiempo libre para hacer lo que quiero y lo que quiero es investigar, escribir y ser asesor consultor. Estoy trabajando en bastantes países ahora. Desde Croacia, Rumanía, India, Brasil, México... La gran ventaja de la pandemia ha sido descubrir que para tener una reunión en Yakarta con el ministro de Hacienda de Indonesia no tengo que pasarme de avión dos días de ida y dos de vuelta. Viajo mucho menos y eso me ha cambiado la vida muchísimo al no tener que estar pendiente de aeropuertos, aviones, hoteles… Es cierto que tengo una edad, pero yo voy a estar activo mientras pueda porque es lo que me gusta y lo que me mantiene joven.

Conozco gente que se ha jubilado buscando casa donde vivir, que ha mirado Galicia de arriba a abajo y de otras partes de España, y han escogido Vilagarcía para vivir aquí

– Le encanta venir a Vilagarcía. ¿Cómo ve la ciudad?

– No es que me encante, que también, es que yo me considero vilagarciano. Esta es mi casa y la veo muy bien. Ha crecido mucho. Es una ciudad, ya ciudad, muy bonita. De hecho, conozco gente que se ha jubilado buscando casa donde vivir, que ha mirado Galicia de arriba a abajo y de otras partes de España, y han escogido Vilagarcía para vivir aquí. Está todo a 10 minutos, es llano, tiene mar y montaña, la comarca, el tren, cerca de Vigo, Santiago, A Coruña, Oporto… Está fenomenal.

– Desde una perspectiva económica, ¿qué quisiera usted para Vilagarcía?

– Me gustaría que mirase más hacia el futuro desde el lado económico. Las ciudades tienen que tener un motor de desarrollo y de crecimiento. Vilagarcía tiene sus cosas, pero necesita una base económica más a largo plazo. Que haya más claridad a la hora de saber por dónde vamos a crecer, dónde vamos a emplear a la gente, quién va a pagar impuestos para mantener todo lo que tenemos... Tenemos que pensar en el medio plazo para ver cómo podemos mantener o mejorar el empleo, la riqueza, la base impositiva y mantener y expandir lo que tenemos.

Durante su paso por FARO DE VIGO para la entrevista.

Durante su paso por FARO DE VIGO para la entrevista. / INAKI ABELLA DIEGUEZ

– ¿Usted ve tan poco tejido empresarial en Vilagarcía como muchos denuncian?

– Creo que hay más de lo que se piensa, pero es una asignatura a estudiar más. Es mi impresión. Veo a gente preocupada por ello, pero la historia de Vilagarcía es optimista. Lo que era Vilagarcía en la década de los 50 a lo que es hoy es un cambio positivo compartido con el país, pero no con otros sitios en términos de progreso, excelencia y buen vivir. Lo que veo es incertidumbre al respecto de si se puede mantener. Por eso tenemos que pensar más en cómo se puede mantener. En crear ese tejido empresarial del que hablamos. ¿Cuáles son las líneas a seguir? ¿Qué tipo de actividades económicas nos pueden ayudar? Tenemos que utilizar lo que tenemos. El emplazamiento, la orografía y el mar como recurso natural, turístico y productivo. Hay que elaborar un plan, saber lo que tenemos y hacia donde queremos ir. Hacer un buen estudio, una buena estrategia y preocuparnos a 5, 10 o 40 años.

El sistema judicial condiciona la economía

– ¿Cada país, cada cultura o cada idiosincrasia tiene una fórmula propia para su economía?

– Los fundamentos económicos tienen bases comunes en todos los países. Pero lo que sí es verdad es que la historia, las costumbres y las instituciones, incluso las políticas, modifican, cambian y relativizan todos estos fundamentos económicos. Existen diferencias significativas en la aplicación de estos fundamentos en distintos países. Somos sociedades complejas y, por ejemplo, el sistema judicial condiciona la economía. Si haces bancarrota en España estás en la lista negra de por vida. En Estados Unidos, si haces bancarrota, no pasa nada porque la bancarrota allí es la forma de librarte y volver a empezar. Cerca de la mitad de los negocios que empiezan en cualquier país fracasan. Es lógico y forma parte del espíritu inversor capitalista. Inviertes, pero no hay certeza. Tienes que salir a competir y así nacieron también Microsoft o Apple que empezaron en un garaje. No siempre se alcanza el éxito, pero el emprender tenemos que aceptarlo y apoyarlo dentro del capitalismo en el que vivimos.

– ¿Trasladaría a España esa manera de facilitar las cosas a los emprendedores que existe en Estados Unidos?

– Por supuesto que sí. Y una de las cosas que funciona bien en Estados Unidos es que tienen un sistema judicial que no es tan punitivo con el fracaso o con la bancarrota empresarial porque es lo lógico de un proceso económico. ¿Quién va a tener el 100% de certeza en una inversión? Es imposible. Tenemos que ser modestos y listos a la vez. No podemos saber dónde está el éxito, pero la economía se construye en estos pequeños pasos de incremento. Eso es lo que tenemos que entender.

Jorge Martínez-Vázquez es un enamorado de su ciudad.

Jorge Martínez-Vázquez es un enamorado de su ciudad. / INAKI ABELLA DIEGUEZ

– Pasemos a España. ¿Cómo ve su economía?

– Creo que estamos bastante bien. Soy de la opinión de que los españoles somos muy duros con España. Siempre nos acomplejamos, nos comparamos… España lo ha hecho muy bien y lo está haciendo muy bien. Hay muchas cosas que se pueden mejorar, sin duda alguna, pero no estamos tan mal. Desde la Transición lo hemos hecho muy bien. En el momento actual, con esta coyuntura económica, hay que tener en cuenta que salimos de una crisis social y médica sin precedentes en el siglo, la complejidad de la guerra de Ucrania, la recesión de 2009 a 2011... Tenemos que pensar que ha habido una política fiscal muy proactiva. Ha habido una política monetaria del Banco Central Europeo muy favorecedora para mantener la actividad económica y el empleo. Eso está pasando factura en términos de inflación. Es algo complejo porque la inflación afecta a la oferta y a la demanda, entonces lo que tenemos que pensar es que la inflación va a ser temporal porque se está combatiendo, sin olvidarnos de que todas las políticas fiscales y monetarias proactivas durante los años de la pandemia han mantenido el empleo. Tener una economía más pujante y haber mantenido el empleo durante la pandemia quizás vale el precio que estamos pagando ahora con esta inflación que será temporal, especialmente con las medidas que se están tomando.

– A nivel doméstico, están subiendo los precios de todo. La sensación es de que hay un empobrecimiento ¿Lo comparte?

– Sin duda alguna. La gente va a la tienda a comprar lo que sea y tiene que pagar más y más. El nivel real de renta se ha retraído y la gente lo nota y estamos pagando las consecuencias. Pero también hay que pensar que se ha podido mantener el empleo después de todo lo que ha ocurrido. Lo que debería ocurrir es un reajuste de los salarios a esta inflación para compensar esta pérdida de poder adquisitivo real. Pero lo que tenemos que pensar es que sí es bueno subir los salarios mínimos, pero de manera comedida. Al final del día lo que cuenta es la productividad de nuestro trabajo. Si no producimos no podemos realmente cobrar más. La subida tiene que compensar la productividad y la rentabilidad de los negocios porque para ser competitivos tenemos que ser productivos. Para eso tenemos que tener más y mejor educación y pensar que los negocios y las empresas son muy importantes. Hay que encontrar un balance y una equidad entre la redistribución de la renta y los incentivos al trabajo, al crecimiento y a la inversión.

La historia nos dice que a mayor tecnología mayor producción, mayor productividad y mayor nivel de vida

– La inversión privada, el negocio pequeño, también está pagando demasiado cara esta inflación.

– Sin duda. Por muchas razones, además. Los autónomos y los comercios están sufriendo los costes de un proceso de cambio tecnológico en el mundo. Lo que te cuenta la gente es que la gente joven ya no va a los establecimientos para comprar. Es un mundo distinto porque la tecnología nos ayuda. La historia nos dice que a mayor tecnología mayor producción, mayor productividad y mayor nivel de vida. Pero todos estos procesos tecnológicos, de cambio, tienen efectos colaterales. ¿Se ha quedado obsoleto el comercio minorista? Yo creo que no, pero hay un rebalance. Se están cambiando las cosas, tiene que haber un ajuste y eso es lo que estamos viendo. Quizá no tantos y quizá no tan pequeños, o quizá tengan que especializarse más y proveer de servicios y cosas. Es un proceso de cambio que siempre va a tener ciertos peajes.

– Con tanta comodidad para comprar desde tu propia casa, resulta demasiado tentador como para pensar en lo que necesitamos que nuestro comercio siga adelante.

– Exactamente. Como consumidores buscamos lo más conveniente, lo más cómodo y lo más barato. A mí me place salir con mi familia y comprar en los comercios de Vilagarcía porque lo hago con la sensación de que estoy ayudando a crear ciudad, pero la realidad es que todos estos ajustes están ahí. Y el nuevo equilibrio no está claro dónde va a estar.

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