mirador de lobeira

El caos de la avenida da Mariña en 2030

Antonio Touriño

Antonio Touriño

Un totum revolutum planea sobre las inmediaciones de la avenida da Mariña de 2030, una zona a la que han echado el ojo las administraciones en un concepto cuasi anárquico sobre la que debería ser la ordenación de la franja marítima al dar cabida a un centro de clasificación de almejas junto a un ambulatorio, las instalaciones del INSS, pubs y discotecas, un McAuto, además del Auditorio y el tren a Ferrazo.

Una redistribución de espacios con la que Vilagarcía pierde su otrora sensato Norte pues las agujas de la brújula enloquecieron y parecen orientar sin un orden cardinal, salvo el capricho.

La desconexión con la realidad es evidente aunque a las autoridades se les escape sin rubor el calificativo de “histórico” para cualquier acuerdo que sirva a un proyecto más o menos rimbombante, cueste lo que cueste a corto y medio plazo.

Y es que la cesión de los dos almacenes del muelle de O Ramal a la organización Parquistas de Carril para clasificar bivalvos hipotecará, en palabras del experto jurista Javier Gago, la deseada integración del puerto en la ciudad durante los próximos 30 años, contraviniendo otros acuerdos anteriores pues no se puede olvidar que la caducidad de las concesiones existente devino firme ya en 1998.

Pero no solo eso, el Ayuntamiento compró el edificio de la Comandancia de Marina cuando en buena lógica el Puerto debería haberlo cedido gratuitamente a la Consellería de Sanidade para hacer el necesario ambulatorio ¡Menudo derroche de impuestos!

Y por si fuera poco, se habla de una piscina salada, de la renuncia al hotel de cuatro estrellas proyectado en la playa de A Concha, se olvidan de las instalaciones del viejo balneario y no hace mucho hasta derribaron el acuario que diseñó César Portela porque nadie le supo dar contenidos.

Un cúmulo de despropósitos que como mínimo supusieron una dilapidación de recursos no escrita hasta el momento, y sin argumentos de peso que los justifiquen.

El colmo, obviamente, la cesión de las naves a los parquistas de Carril para almacén y clasificación de bivalvos, en el fondo del muelle de O Ramal que no solo significará mantener un muro que impedirá las vistas al mar sino que se sumará a los trastornos de tráfico ya insalvables en el que se puede considerar el cinturón de circunvalación urbano.

Pues imagínense qué sucederá cuando una ambulancia tenga que llegar al nuevo centro de salud y se encuentre con el colapso de la salida de las playas, el paso de camiones para clasificar bivalvos, a los que hacen cola para degustar una hamburguesa o se encuentren con el lento tren de mercancías si algún día se recupera el servicio.

Esa es la forma en la que se diseña la Vilagarcía de 2030, esa que quiere recuperar el mar como seña de identidad, la que apuesta por una modernidad construida a base de hormigón y acero, pero que realmente se olvida de las personas que algún día soñaron con esa idílica postal, lacrada con la Perla de Arousa. Los ciudadanos merecen alguna explicación, pero ustedes sabrán.

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