Marcelino Ramón Silva Núñez, nacido en 1950, en Cambados, es uno de los artistas más laureados de la comarca. Y suyas son algunas de las obras más importantes que ha parido la pintura y la escultura arousanas. Ahora este brillante creador, por todos conocido como Lino Silva, vuelve a cobrar protagonismo, ya que algunas de sus obras están colgadas en Vilagarcía.
Se trata de representativos cuadros del arte abstracto que tanto domina este artista cambadés, así como de varios retratos de ilustres personajes gallegos, como Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, Valle Inclán y Vicente Risco.
Pero no es Lino Silva quien los expone, sino un popular marchante de arte pontevedrés que ha decidido mostrar y vender algunas de las obras, cuyos precios oscilan entre los 3.000 y 4.000 euros.
Para ello, el coleccionista privado impulsor de esta iniciativa ha optado por exponer los cuadros de Lino Silva en las paredes de la cafetería vermutería Stocolmo 2.0, regentada por José Rodríguez Rodríguez, un carrilexo de adopción más conocido como "Pachi".
La muestra permanecerá expuesta durante todo el mes en este conocido local situado en pleno centro de Vilagarcía, a caballo entre las calles Valentín Viqueira y A Baldosa.
Es el mismo establecimiento que, decorado como si fuera un museo, se ha convertido en una galería de arte por la que pasan cada mes diferentes autores, tanto algunos que empiezan a dar sus primeros pasos en esto del arte como otros plenamente consagrados.
En esta ocasión la oferta cultural del Stocolmo permite devolver a la actualidad a Lino Silva, después de que una de sus últimas apariciones públicas tuviera lugar hace casi un año con motivo del estreno de la exposición titulada “Horizontes perdidos”, una muestra compuesta por 20 pinturas acrílicas sobre papel, cuatro composiciones hechas por piezas de centollo y dos esculturas que Silva hizo entre finales de los años 60 y 70, antes de estudiar arte en la Mestre Mateo de Santiago y en San Fernando (Madrid).
Los paisajes marinos, algunos con guiños a batallas navales, constituían el hilo argumental de aquella muestra ofrecida en el Pazo Torrado (Cambados) que daba continuidad a otra ofrecida un lustro antes en la sala Rivas Briones, de Vilagarcía, ésta titulada “Tras la tempestad”.