Ya hace casi un año que la rehabilitación del emblemático edificio antiguamente conocido como hotel Moderno, en Vilagarcía, empezó a convertirse en una especie de armatoste.
Estos días se consolida como mole de hormigón inacabada, sin uso alguno y futuro incierto, ya que tras la retirada de todo tipo de materiales de obra en su interior y la planta superior, esta misma mañana daba comienzo el desmontaje de los andamios que rodean la fachada, lo cual se hace antes de haber finalizado la rehabilitación.
¿Qué quiere decir esto? Pues que el proyecto para convertir esta enorme estructura de fachada de piedra en edificio de viviendas y bajo comercial se queda a medias, sin que nadie sepa cómo ni cuándo podrá solucionarse el problema urbanístico que originó esta situación.
En consecuencia, el céntrico inmueble, amparado por Patrimonio e incluido en el catálogo municipal de Bienes a Conservar de Vilagarcía, amenaza con convertirse en uno de tantos que acaban pudriéndose en el olvido y afeando la imagen del lugar en el que se asientan.
En este caso con el agravante de ocupar un lugar estratégico de la ciudad vilagarciana, entre las calles Alcalde Rey Daviña, Valentín Viqueira y Romero Ortiz.
Básicamente, puede decirse que todo el problema radica en una alteración de unos 20 o 30 centímetros en la altura del inmueble, así reconocida por los promotores y castigada por el Concello con la paralización de la obra, advirtiendo Ravella que no autorizará su reinicio hasta que se ajuste la estructura a la licencia original.
El argumento que maneja la propiedad, aún reconociendo la alteración sancionada, es que el proyecto original data de 2008 y que la licencia le fue concedida en 2012, por lo que, ahora, una década después, se hacía necesaria la introducción de “actualizaciones o ajustes” en dicho proyecto.
A lo que añaden los promotores de la rehabilitación que el resultado, es decir, la estructura ya levantada, es acorde con las normas urbanísticas vigentes en la zona.
Dicho de otro modo, que la altura real del edificio no sobrepasa la de otros anexos, de ahí que no consideren necesario derribar nada, aunque sea parcialmente.
Así pues, mientras constructores, propietarios y Concello mantienen el pulso, los operarios se encargan esta mañana del desmantelamiento de andamios y demás elementos constructivos exteriores que están parados desde noviembre del año pasado, y por los que la empresa promotora paga un alquiler aunque no los use, de ahí que decidiera quitarlos.
Está por ver, cabe insistir, si esos andamios y los obreros volverán algún día a la zona para completar la reforma del antiguo hotel Moderno, para muchos una de las joyas arquitectónicas más importantes del siglo XIX en Vilagarcía.
Ya se explicó en FARO DE VIGO el pasado 31 de agosto que una vez paralizada esta obra iniciada en 2020, la empresa promotora, Hermanos Mondragón Paz, había ordenado desmontar algunos de los elementos por los que sigue pagando un importante alquiler mensual.
“Los costes se han disparado y seguimos a expensas de que el Concello de Vilagarcía nos dé la autorización para seguir con el proyecto; como no lo hace, hemos decidido empezar a desmontar andamios, grúa, material de seguridad y otros servicios de alquiler similares por los que pagamos un dineral cada mes”, manifestaban entonces en la constructora.
Al día siguiente, el gobierno de Vilagarcía replicaba, también en FARO, dejando claro que “no basta con presentar un modificado del proyecto original para recoger obras que no estaban previstas inicialmente”.
Muy por el contrario, para que el proyecto de rehabilitación pueda seguir adelante, resaltaba Ravella, “tendrá que cumplir la normativa municipal y lo establecido en el Plan Xeral de Ordenación Municipal (PXOM) en cuanto a volúmenes, edificabilidad y alturas”.
Procede recordar que el inmueble, que hace décadas acogió también la sede del banco Hispanoamericano, empezó a ser recuperado hace un par de años en base a una licencia para “rehabilitación y ampliación” para “bajo comercial y nueve viviendas”, la cual le fue concedida en junio de 2012, momento en el que se efectuaron importantes trabajos para asegurar la estructura y evitar que se desplomara.
Reconocen errores
A raíz de la paralización de la obra de rehabilitación, la promotora reconoció en agosto que, “por causas de fuerza mayor, se modificó levemente el proyecto original, pero en vez de apercibirnos, pedirnos explicaciones y comprobar que todo se ajusta a la ley, lo que hizo el Concello en noviembre pasado fue parar la obra”.
Lo que querían decir es que “paralizar a las primeras de cambio no tiene sentido, puesto que el aparejador del Concello solo tenía que comprobar que cumplimos la ley, y los dirigentes municipales tendrían que actuar con cintura política para sacar adelante una obra tan importante como esta”.
Y ya advertían de que se ve amenazada la continuidad de la obra, ya que “los costes se han disparado un 40%, y aún consiguiendo el permiso municipal para seguir, tendríamos que volver a negociar con proveedores de ventanas, puertas y todo tipo de material, puesto que los contratos que teníamos ya no sirven”.
Las mismas fuentes sugerían que “el Concello, sin previo aviso, decidió paralizar la obra porque no entendió las modificaciones introducidas y no quiso asumir que en una obra de reforma, rehabilitación y ampliación de esta envergadura, en un edificio tan importante como este, siempre pueden surgir complicaciones”.
Por ejemplo, “los errores cometidos por el arquitecto en el proyecto inicial y que, cuando se hizo el vaciado, nos encontramos con cosas tan inesperadas como que el edificio de al lado invadía nuestra parcela, además de hacerse necesario un cambio de enfoque a la cubierta”, se explicaba cuando en agosto se alertó de la situación creada.
También entonces, y aún asumiendo su responsabilidad, los promotores esgrimían que “el Concello debería haber entendido que siempre pueden ser necesarias modificaciones, y en lugar de hacerlo decidió parar la obra, sin más”.
Dicho de otro modo, que “no podemos seguir perdiendo dinero; por eso pedimos al Concello que para solventar este problema se dé la misma prisa que para crearlo”, explicaban.
En definitiva, que desde Hermanos Mondragón Paz garantizaban “que se cumple la ley" y que tienen "la autorización de Patrimonio, por lo que es el Concello de Vilagarcía el que mantiene paralizada una de las obras de rehabilitación más importantes de la ciudad”.
A lo que desde el Concello contestaban diciendo que “la defensa y recuperación del patrimonio arquitectónico e histórico de Vilagarcía” es uno de sus “principales objetivos”, apostando por “rehabilitar y restaurar edificios emblemáticos de la ciudad que tienen valor histórico y arquitectónico”.
Pero no va a permitir que se haga a cualquier precio, de ahí que insista en que tanto el proyecto del antiguo edificio Moderno como cualquier otro, independientemente de si afecta o no a un elemento a conservar, “debe cumplir la normativa municipal”.
Es decir, que el Concello “va a velar por hacer cumplir lo recogido en el PXOM, ya sea para el proyecto de rehabilitación de un edificio emblemático –como es el caso– como para la construcción de un galpón”, sentenciaba el ejecutivo que dirige el socialista Alberto Varela tras entender que las modificaciones introducidas por el promotor en el edificio de Rey Daviña y Valentín Viqueira se saltan esa normativa urbanística.
Es por ello que Ravella quiso dejar claro que “las normas deben ser cumplidas, y hacerse cumplir, en todos los casos por igual”, remarcando que en este caso en concreto "se hicieron obras que no estaban previstas en el proyecto que fue aprobado y para el que obtuvo licencia” en 2012, de ahí que las obras iniciadas en 2020 fueran paralizadas en noviembre de 2021.
Y así van a seguir, salvo que se respete el proyecto original, lo cual puede conllevar la demolición de parte de lo ya construido.
Ni que decir tiene que esto constituye un serio revés para las aspiraciones del promotor, que aún reconociendo la existencia de modificaciones respecto al proyecto original las considera ajustadas a la legalidad, de ahí que confiara en una pronta solución y en el levantamiento de la orden de paralización. Lo cual, visto lo visto, no va a ocurrir.