La carreira de burras de San Roque es la cita más espectacular en la localidad. En la tarde de ayer volvió a concitar a gran público en un recinto preparado para que los diez asnos que participaron demostraran todo lo que dan de sí. Y esta vez fueron Diego Cores con “Farruquito” y Lidia Mariño con “Felipe” los primeros en completar las dos vueltas de un kilómetro en una pista seca a pesar de la intensa lluvia que se registró por la mañana y que se convirtió en la principal amenaza de una prueba que regresó por todo lo alto después de la suspensión obligada por las restricciones de la COVID.
En apenas unos minutos completaron la vuelta los diez burros que compitieron en San Miguel de Deiro, si bien los vencedores fueron Diego Cores con “Farruquito” y Lidia Mariño con “Felipe”. Se echó en falta a “Ferrari”, ya muy viejito, afirman en la comisión de fiestas.
No son los animales más veloces entre los équidos pero han demostrado que están en forma igual que los jinetes y amazonas que los han montado en la espectacular carrera, una de las citas más esperadas de septiembre cuando se conmemoran las fiestas de San Roque do Monte, en Vilanova de Arousa.
Los pollinos dieron la talla en el recorrido y demostraron sus destrezas deportivas más allá de dar vueltas a la noria o cargar con pesadas alforjas, un motivo más para defender su supervivencia amenazada desde hace años porque en el campo se prefieren los tractores.
Y ese es uno de los mensajes que los organizadores subliminalmente trataron de exponer a los grupos animalistas que critican pruebas como la de San Miguel de Deiro, una asociación que tuvo que recurrir al alquiler en otras localidades para que la carrera tuviera éxito, no en vano ocho de los jumentos que corrieron eran de fuera de Galicia.
Los organizadores presumieron de las bases que rigen con rigor esta prueba. “Están prohibidas las fustas y los palos en la carrera”, afirman con vehemencia para demostrar que son reglas de máximo respeto a los animales. Pero además que se cubren todas las necesidades de los borricos en tanto que se preparan sacos de comida fresca y agua abundante para que no soporten ninguna carencia .Y con todas estas normas, la carrera fue espectacular, aunque siempre con episodios dignos de mención pues tanto las monturas como sus conductores sortearon más de una dificultad, incluso alguna que otra caída.
El recorrido previsto también se estudió con detenimiento para que los animales cabalgasen con comodidad. Y al final imperó la razón, esa que nadie da a los burros, pero que queda demostrada todos los años en el hipódromo arousano.
