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mirador de lobeira

Con el agua y el fuego no se juega

Independientemente de si han ardido 500 hectáreas exactas de monte en Xiabre a principios de agosto, la declaración de “zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil” es especialmente relevante para Vilagarcía y Caldas, dos localidades que deben estar ojo avizor ante el próximo otoño-invierno debido al potencial riesgo de graves inundaciones como las registradas en 2006.

Y urge que se activen esas ayudas -estimadas en 600.000 euros- para que cuanto antes se recupere este entorno, bien con la replantación forestal, la reposición de muros dañados o medidas contra el debilitamiento de espacios y tierras que han perdido masa forestal.

Pero a la vez para retirar aquellas especies que han quedado afectadas por el fuego y que cualquier viento, lluvia u otra inclemencia pueden derribar y terminar ocluyendo los cauces fluviales cuando vuelvan a llenarse.

Eso ya ha pasado y hay que tenerlo en cuenta. Actuar con rapidez para prevenir una nueva catástrofe es imprescindible para minimizar la magnitud de los destrozos de aquel año en el que numerosos locales comerciales, viviendas y sótanos de garaje sufrieron afecciones tan cuantiosas que hasta el Consorcio de Compensación de Seguros exclamó.

Hay que evitar a toda costa que vuelva a suceder y para ello urge ponerse manos a la obra y hacer una limpieza exhaustiva de la zona afectada, con actuaciones en los cauces fluviales y la creación de un dispositivo de mantenimiento del entorno, simplemente para evitar males mayores. Y es por ello por lo que apremian las ayudas pues octubre está a la vuelta de la esquina y una gota fría, un desmán eólico o una larga temporada de lluvias son elementos meteorológicos fácilmente predecibles.

No se pide más que una actuación como las racionales en cualquier economía doméstica. Son simple y llanamente inversiones que haría cualquier “buen padre de familia” a quien nadie perdonaría que si su hacienda ardiese no intervenga de inmediato para reponer los daños causados, y evitar otros.

Y resultaría del todo injustificable que a sabiendas de que cuenta con ayudas para volver a levantar su casa o recuperar su finca no tratara de ponerle inmediata solución, sobre todo conociendo las amenazas.

Claro está que 450/500 hectáreas de zona devastada en Xiabre por el fuego es una barbaridad y que en dos o tres meses resulta inviable su recuperación, pero es necesario comenzar a tomar medidas serias de prevención y minimizar los riesgos futuros.

No puede pasar como en primavera cuando se alertó de que el monte era un “polvorín” y muchos -administraciones, empresas y vecinos- miraron hacia otro lado.

Y por ello, el voraz incendio de comienzos de agosto volvió a arrasar la zona causando daños irreparables a corto plazo.

Ahora solo queda un acto de contrición y que todos los implicados tomen cartas en el asunto para que no vuelva a repetirse la catástrofe de hace solo 15 años y tengamos que volver e echarnos las manos a la cabeza. Con el fuego y el agua no se juega.

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