La comarca de O Salnés y los municipios del Ullán han vivido un fin de semana especialmente intenso. El buen tiempo reinante y la proximidad del verano hicieron que se multiplicara la afluencia de turistas, apreciable tanto en las playas, que volvieron a estar a tope, como en los barcos de pasaje y los diferentes Caminos de Santiago.
Llama poderosamente la atención la masiva llegada de turistas extranjeros, que tanto si lo hicieron atraídos por el Xacobeo como por cualquier otra razón, se han hecho notar en localidades como Vilagarcía, Ribadumia –en este caso gracias a la celebración del torneo internacional de fútbol de Clae Viajes–, O Grove y Vilanova.
En este último municipio, por ejemplo, la estación marítima fue testigo ayer del paso de un centenar de peregrinos llegados de Alemania, Portugal, Francia, Dinamarca, Inglaterra e Italia, entre otros países.
Llegaron a la villa de Valle Inclán para embarcarse en las naves que realizan la travesía hacia Pontecesures, rememorando así la traslación de los restos del Apóstol Santiago desde Palestina.
Fue a las seis y media de la mañana, aprovechando la marea, cuando zarpó la primera de las naves, y desde ese momento el puerto vilanovés se convirtió en una especie de Torre de Babel.
Algo parecido a lo que sucedía en O Grove, ya que entre los cientos de personas que se subieron ayer a sus catamaranes había grupos de turistas extranjeros, sobre todo alemanes y portugueses.
Catamaranes como el “Barco La Toja” y el “Gran Cormorán Jet” se encargaron de pasear a esos visitantes por la ría, mostrándoles cómo se cultiva mejillón en las bateas y permitiéndoles disfrutar de la belleza de este territorio en el que ayer volvió a verse una imagen típicamente estival.
Y si no, que se lo pregunten a los miles de bañistas que a lo largo de la jornada pasaron por las playas arousanas y otras de la comarca bañadas por el Atlántico, con los Concellos de Sanxenxo y O Grove como grandes referencias.
Lo cual es tanto como decir que A Lanzada volvió a ejercer de “madre de todas las playas”, llenándose hasta la bandera cuando subió la marea y dejando claro, de nuevo, su incontestable tirón.
Por eso presentó un formidable aspecto desde primeras horas de la mañana de ayer, registrándose retenciones en el acceso por la vía rápida de Sanxenxo y en el propio istmo de A Lanzada a partir del mediodía, con tráfico especialmente intenso a eso de la una de la tarde.
Ciudadanos llegados de diferentes puntos de Galicia quisieron volver a disfrutar de este emblemático arenal. Y lo hicieron tanto bañistas como surfistas, además de todos aquellos que, sin atreverse aún a darse el primer chapuzón de la temporada, sí aprovecharon para tomar el sol o pasear por los senderos de madera del istmo o disfrutar de los chiringuitos.
Una imagen que se repitió en otras playas arousanas, igualmente repletas de público, tanto en el caso de las que lucen Bandera Azul como en las que no.
Al igual que estuvo a tope, y también con numerosos visitantes extranjeros, el Camiño Portugués que serpentea a través de Valga y Pontecesures.
En definitiva, que cada día que pasa queda más claro que se avecina un gran verano y que 2022 puede ser un gran año para el turismo y la economía en la comarca, ya sea por el Xacobeo, su gastronomía, su paisaje o por la mezcla de esas y otras muchas potencialidades.
Río arriba se hace el Camino
La naviera Cruceros del Ulla Turimares, Amare Turismo Náutico, el velero “Manuyael Industrial”, Mar de Santiago, Tours Rías Baixas, Rutas Juan Allo... Son algunos de los nombres de empresas, barcos y/o proyectos turísticos con los que hay que quedarse si uno quiere surcar la ría o remontar el río siguiendo la Ruta Xacobea do Mar de Arousa e Ulla.
Con salidas y llegadas en O Grove, Vilanova, Vilagarcía, Ribeira, A Pobra, Pontecesures, Catoira y tantos otros puertos arousanos, los visitantes pueden descubrir un mundo de sensaciones ligadas a la riqueza medioambiental, patrimonial y cultural de O Salnés y el Ullán.
Lo saben bien en la estación marítima de Vilanova, donde ayer vivieron una jornada especialmente intensa, con un centenar de peregrinos que desde las 6.30 horas, cuando se hizo la primera de las singladuras, remontaron el Ulla hasta Pontecesures.
