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Un águila nepaliense, halcones y búhos sobrevuelan Meaño

Orge muestra el espectacular águila nepaliense antes de emprender el vuelo Iñaki Abella

Organizada por la Sociedad Galega de Cetrería, la Praza da Feira de Meaño acogió ayer a un total de 24 aves rapaces procedentes de A Pobra, Boiro, Tui las cuales acompañaron a las del meañés Ignacio Orge, vigente campeón gallego en la modalidad de pequeñas aves. Entre los alados expuestos, figuraban azores, halcones (en su variedad de peregrino, gerifalte y sacre), y aves nocturnas (búhos, cariblanco, etc.) entre otros.

Un momento de la exhibición de cetrería en Meaño Iñaki Abella

Desde las 11 de la mañana y hasta las 18.30 horas la exposición se mantuvo abierta de manera ininterrumpida en la zona arbolada de la plaza. Entre el público, muchos padres y componentes de las Bandas de Música de Meaño, que acudían para los ensayos en las instalaciones de la Casa de Música aledaña, y que aprovechaban para pararse a conocer el mundillo. Y a las 16.30, de manos de la firma “Falcóns Galicia” -que abandera el cetrero Francisco González-, la plaza acogía una exhibición de vuelo con rapaces que hizo las delicias del público.

Una jornada esta que, en años anteriores, se organizaba en Cambados pero que en esta edición optó por Meaño, al ser el municipio donde se ha registrado la asociación.

Niños y mayores contemplan las aves rapaces en la plaza da Feira Iñaki Abella

Uno de los participantes, el cetrero de A Pobra Francisco González, aconsejaba que, para todo aquel que sienta curiosidad por iniciarse en el mundillo, “lo mejor es que acuda a la Sociedad Galega de Cetrería, donde le pondrán en contacto con un experto, con el que poder ir aprendiendo pues se necesita tiempo y depende del que cada uno le pueda dedicar, porque la cetrería es un arte de aprendizaje constante, y en el que yo mismo, después de tantos años, sigo aprendiendo”.

Un cetrero muestra con orgullo la espectacular ave que llevó al certamen Iñaki Abella

Entre los alados expuestos, “Tera”, un águila nepaliense de 4 años y que, con 4,9 kilos de peso, era la pieza mayor de la muestra. Su cetrero, el meañés Ignacio Orge, explicaba que “la nepaliense es un águila tranquila, pero muy celosa de su territorio, por lo que tenemos que colocarla aquí, algo más apartada del resto, porque de otra forma podría darse el caso de reaccionar de forma adversa con aves vecinas”.

Este cetrero, que acudía con cinco de las 22 aves que cría en su núcleo zoológico de Xil, admite que dedica casi cinco horas al día para hacer volar las aves, “mantenerlas física y psicológicamente bien, y esa dedicación pasa por la pasión”, reconoce.

Uno de los momentos anteriores al comienzo de la exhibición Iñaki Abella

Aves nocturnas, otro método

Sobre la presencia de aves nocturnas in situ a plena luz del día, entre ellas “Dana”, un carabolapín de Alaska, Orge García apuntaba que “aquí, de día están tranquilas pues su actividad se despierta de noche, tanto que puedes echarle de comer por la mañana que, aún después de jornadas sin comer, sólo le hincará su pico cuando anochezca, y eso es algo que debe de tenerse en cuenta a la hora de hacerla volar, razón por la que reservo para ellas la última hora de la tarde”. Eso sí, advierte a quien quiera un ave rapaz que no es un animal de compañía: “Se trata de un ave salvaje que requiere su comida, su alimentación, su cuidado y su vuelo, si es cada día, mejor”. Y para iniciarse, recomienda como mejor un águila de Harris, más sociable, y más fácil de manejar en cuanto al vuelo, cuidados y dieta”. Subraya además el vínculo del arte y la naturaleza: “Cuando hago volar a las aves, siento una comunicación especial con la naturaleza salvaje, y esa sensación es realmente maravillosa”, admite con cierto embelesamiento el cetrero meañés.

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